Furia de titanes 2

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un paseo por el infierno, con superpoderes

Ironías de las traducciones. El film original Furia de titanes (1981) y su remake (2010) tenían como título original Clash of Titans, que significa enfrentamiento o choque de titanes. Y esta secuela de la remake tiene como título original Wrath of Titans que sí significa “furia de titanes”. Pero como ya habíamos usado ese título en castellano, hubo que agregarle un número 2.

Todo esto es anecdótico y simplemente suma una confusión más para quienes estén interesados en recordar tres películas que merecen pasar al olvido. Sólo los efectos especiales, los de 1981 realizados por el legendario Ray Harryhausen, y los de este nuevo film con un nivel de realismo asombroso, permiten distraerse un rato de la pobreza casi reidera y ridícula de estas historias de dioses, semidioses y seres humanos en un marco que nunca aprovecha el potencial de las historias.
La mitología en el cine no es como la mitología en los libros o en la tradición oral, en el cine todo se plasma en imágenes concretas, y por más extraordinarias que sean las historias, muchas veces se cae en el error de no remplazar las metáforas literarias por las metáforas del cine. Así que aquí tenemos una vez más a Perseo (Sam Worthington) con su papá Zeus (Liam Neeson) y su tío Hades (Ralph Fiennes) esta vez enfrentándose a la posibilidad del fin de la era de los dioses. Pero lo que empieza como una reflexión acerca de la falta de creencias en los humanos, termina simplemente en cualquier lado, en ningún lado.
Es necesario repetir que algunas secuencias se vuelven insólitamente reales por la calidad de los efectos especiales. También hay que decir que la secuencia del laberinto es la promesa de lo que pudo haber sido el film. Pero el 3D lo vuelve tan oscuro que las escenas de interiores con poca luz no se pueden disfrutar como corresponde.
Otra mención merecen los actores, que filmaron gran parte de la película con una pantalla verde detrás, sin ver los decorados ni el espacio gigante que los rodea en la mayoría de las escenas. Liam Neeson y Ralph Fiennes parecen particularmente en control de la situación en cada una de sus escenas y cuando están juntos dan la sensación de haberse divertido mucho con sus disfraces y sus súper poderes de dioses. La única esperanza que queda es que no exista una tercera parte, pero algo me dice que nuestras plegarias no serán escuchadas.