Fulboy

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Intimidad de vestuario

Estigmatizada por los medios, la imagen del jugador de fútbol está relacionada con la idea del no trabajo, cero sacrificio y cierta vida fácil generadora de grandes sumas de dinero que conquista mújeres hermosas. ¿Pero siempre es así? Fulboy (2014) se mete en la intimidad de la concentración de un equipo de fútbol argentino para desmitificar esa idea y a la vez trabajar sobre la relación física que los futbolistas tienen con el cuerpo propio y ajeno en esa intimidad grupal.

Desde el comienzo queda en claro que Martín Farina, director de Fulboy, puede acceder a esa intimidad por ser el hermano de Tomás Farina, jugador de fútbol profesional. Uno de sus compañeros repite en medio de una acalorada discusión sobre algunas cuestiones formales que harán al documental. “Si vos estás acá es porque sos el hermano de Tommy, si hubieras sido otro acá no entrás”. Frase que habla de una intimidad que no quiere ser revelada públicamente y que solo por una razón afectiva sacarán a la luz. Pero que también servirá para mostrar que detrás de esos machos al que los medios muestran como “héroes del olimpo” hay seres humanos que dudan, sufren, sienten presiones, y que por sobre todo tienen en claro que son mercadería humana al que se los vende y compra como artículos de supermercado.

Farina construye este documental desde un eje central que es lo corporal. La cámara se meterá a esos lugares en donde el acceso de los medios está prohibido para mostrar la desnudez de esos hombres. Desnudez que no solo será física sino también interna. A medida que pasen los minutos saldrán a la luz los miedos, sentimientos, inseguridades, el saber que sólo son un pedazo de carne que un día vale y al otro carece de valor. Hombres victimas de prejuicios propios y ajenos que no tendrán ningún pudor en mostrar su cuerpo desnudo pero que serán reticentes a mostrar que pueden tener vicios y cometer errores como cualquiera, que por esa estigmatización que el afuera creo de ese mundo deben ocultar.

En la intimidad de esos seres jóvenes, fuertes, de cuerpos torneados y testosterona en ebullición, la cámara de Farina se posará sobre la relación ambigua que esos cuerpos, que derrochan masculinidad, tienen entre sí. Situaciones y juegos que rozan lo homoerótico desde un costado implícito. Pero también cuerpos con heridas de batalla. Cuerpos arañados, rotos, llenos de cicatrices que la cámara mostrará con detalle mientras reposan en el spa del hotel que los mantiene concentrados para la batalla final.

Fulboy revela una intimidad prohibida que forma parte de una fantasía de la que hasta ahora nadie había podido mostrar desde el adentro. El dinero en exceso, la vida glamorosa y las bellas modelos solo están reservados para un pequeño grupo "élite" que no hace el todo. Jugadores que hacen del fútbol un trabajo de seis o más horas diarias, sin fines de semana, alejados de la familia y muchas veces entrenando en lugares que no están en las más óptimas condiciones. Y no es que Fulboy los ponga como víctimas de un sistema sino que los muestra como un eslabón más de ese sistema que maneja el fútbol y del que aceptaron ser parte.

La casualidad de tener un hermano que se dedicara al fútbol hizo que Martín Farina pudiera ser parte de esa intimidad y así poder mostrar lo que hay más allá de lo que siempre se ve. Casualidad que ayuda a revelar que no todo es como la TV lo muestra, que por si a alguién todavía le quedaba alguna duda Fulboy lo rectifica.