Frozen, una aventura congelada

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Notable comienzo para Disney este año. Con el estreno de “Frozen: una aventura congelada” parece haber logrado una amalgama casi perfecta entre el musical, la comedia y la animación 3D con efectos visuales deslumbrantes. Desde el punto de vista comercial, además de toneladas de merchandising, uno termina de verla y se hace muy fácil imaginar la versión para Disney On Ice girando alrededor del mundo. Tiene todos los condimentos, incluyendo ocho canciones nuevas con mucho aroma a Broadway. También, en consonancia con los últimos éxitos como “Enredados” (2010) y la ganadora del Oscar, “Valiente” (2012), los personajes centrales son mujeres.

Ante todo es menester mencionar que si bien los créditos afirman que el guión está inspirado en “La reina de las nieves”, de Hans Christian Andersen, dicha inspiración dejó como nexo en común entre lo escrito y lo filmado las palabras: reina (eventualmente) y nieve. También el lugar donde ocurre. Por lo demás, no hay absolutamente nada de aquél clásico, es decir que no espere ver una adaptación con licencias como ocurría con “La sirenita” (1989) basada en un cuento del mismo autor.

Estamos frente al primer cuento de hadas que la Disney aborda en más de 20 años después de “La Bella y la Bestia”.

Esta es la historia de dos hermanas que se quieren mucho: Elsa (doblaje de Carmen Sarahí) y Anna (doblaje de Romina Marroquín Payró), hijas de los reyes de Arandelle, bien al norte de Europa. De niña Elsa desarrolla poderes para congelar y manejar la nieve a voluntad con sólo mover sus manos. Lejos de congraciarse con ellos, la niña siente vergüenza y miedo (gran metáfora del boicot a las propias virtudes). De todos modos, como esto también supone la posibilidad de sembrar pánico en el pueblo, sus padres tratan de ocultar esta capacidad aislándola. No conformes, además recurren a un hechizo para borrar la memoria de Anna como para mantener todo “oculto entre guantes”.

No faltará el accidente (un naufragio esta vez) para que los padres desaparezcan; ni tampoco una canción para ilustrar la elipsis con la cual nos trasladamos unos años más adelante. Anna trata inútilmente que su hermana (heredera del trono), recluida en su habitación, le abra la puerta para ir jugar. Pero el secreto de los poderes debe mantenerse fuera del alcance de todos. Cuanta menos gente en el palacio lo conocen, mejor. Algo ocurrirá el día de la coronación y Elsa escapará hacia las montañas mientras que Anna tendrá un doble desafío: descubrir el amor por primera vez, tras la llegada a la fiesta de un joven noble llamado Hans (doblaje de Hugo Serrano),e ir en búsqueda de su hermana para que vuelva a ocupar su lugar. Para esto entrarán: Kai (doblaje de Sebastián Llapur), un vendedor de hielo acompañado de su fiel alce y un simpático muñeco de nieve llamado Olaf (doblaje de David Filio), éste último será quien cargará a sus espaldas la responsabilidad de proveer casi todo el humor del relato.

“Frozen: una aventura congelada” funciona porque a esta altura de la soiree Disney sabe de memoria la fórmula del mundo de las princesas en adición a su capacidad para aggiornar los personajes a una época en la que las cosas ya no son tan solemnes. En todo caso, podría atribuirse un puñado de minutos de más cuando ya está todo dicho. También es cierto que los niños de diez para arriba probablemente se sientan un poco excluidos y prefieran ir en busca de algo con robots o zombis o ambas cosas. Por lo demás, es una propuesta visual impactante con grandes chances de integrar el grupo de semi-clásicos adaptables a otros formatos.