Flora no es un canto a la vida

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Iair Said, actor y director, decidió filmar un documental sobre Flora Schvartzman, su tía abuela. Claro, sin el consentimiento de esta mujer de 90 años, quien desde que nació se prepara para morir, que sólo tiene en el mundo a su sobrino nieto y la mamá del realizador, que son protagonistas de esta historia. Entre el sarcasmo y la cruel realidad, Said cuenta en primera persona este relato y confiesa que más allá del cariño que siente por Flora, también le interesa heredar su departamento. Pero está en problemas. Porque ella, de origen hebreo, decidió donar ese inmueble al Instituto Weizman, fiel a una tradición familiar. Flora tiene frases como "el bolsillo mueve al mundo, no el amor"; "la vida se llevó todo lo que yo quería"; y quiere regalar todo lo que ya no usa en su departamento porque "mejor dar las cosas con la mano en caliente". Coqueta, le gusta comer bien y fumar sin cuidarse y asegura que guarda toda la ropa a propósito con olor a tabaco "para ahuyentar a las polillas". Con ternura y cierto humor negro, el documental genera empatía con el espectador, ya que muchos verán en Flora el espejo de su abuela. La escena de la foto que ilustra esta crítica, que es el momento en que ella descubre en la TV a su sobrino como actor, es el momento en el que, simplemente, es inevitable no enamorarse de Flora.