Flash

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Al momento de comprar la entrada bajen considerablemente las expectativas porque el contenido del film no está a la altura del hype sobredimensionado y artificial que se creó en una oficina de Los Ángeles.

Se suponía que los cadetes de marketing que operan para el estudio, disfrazados de comentaristas de cine, tenían que difundir una reacción positiva de la película, sin embargo la terminaron por convertir en la gran “obra maestra del género de superhéroes” y “la mejor producción de DC de los últimos 30 años”.

Elevaron a un nivel demencial la exageración al punto que el material que se presenta en las salas no es compatible con la mentira que vendieron en las últimas semanas.

Describir a Flash como una obra de Andy Muschietti es un despropósito ya que se trata de una película sin alma, intervenida, manoseada y manipulada por el estudio Warner, cuyo rodaje se desarrolló durante un período caótico de la compañía a raíz de los cambios de management.

Muschietti perdió el control creativo del proyecto desde el momento en que le impusieron el casting de Supergirl, las nuevas raíces latinas de Barry Allen e infinidades de problemas que algún día tal vez lleguemos a conocer en detalle.

En esencia Flash no es otra cosa que una sitcom anclada en la nostalgia añeja donde la fantasía de los cómics ocupa un segundo plano.

Si celebraste el Thor de Taika Waititi, aplaudiste Guardianes de la Galaxia 2 y te descostillaste de risa con el Shazam de Zachary Levi es un acto de coherencia que te encante este estreno y está perfecto.

En ese caso no puedo aportar mucho más en la reseña.

Sean felices y disfruten los pochoclos.

Para el resto, tengo un par de cosas que expresar al respecto.

Dentro del casting que Zack Snyder escogió para la Liga de la Justicia Ezra Miller siempre fue la opción más cuestionada.

Tiene que ver con su estilo de interpretación.

El modo en que transmite los diálogos y sus expresiones faciales generan una incomodidad absoluta porque la composición del personaje apunta a retratar al superhéroe como un ser patético y pusilánime.

Inclusive por momentos hasta da la impresión que padece algún tipo de desequilibrio mental.

Lejos de atenuar esta cuestión en la película de Flash no tuvieron mejor idea que potenciar esos rasgos con una veta mucho más cómica y el resultado es fatal.

Miller interpreta dos versiones del personaje principal y la nueva es peor que la anterior.

La primera hora es la más complicada y como mencioné en mi reacción inicial tuve que hacer un esfuerzo para no abandonar la sala porque la pasé horrible.

No es divertido ver a Barry travestido con las ropas de una anciana o corriendo desnudo por las calles como un imbécil.

Miller se pasa de freak y genera un rechazo permanente con su patética sobreactuación y el modo en que maneja la comedia y las situaciones melodramáticas.

No está mal que esta clase de películas tengan humor pero en este caso lo llevan a un extremo que termina siendo tedioso.

Hacia el final intentan crear un momento emotivo con la madre del protagonista (pobre Maribel Verdú) que califica entre las secuencias más incómodas que se registraron en una producción de Warner de los últimos años.

El primer alivio llega con una escena de acción que distrae al relato de la estupidez e incluye al Batman de Ben Affleck.

Lamentablemente el actor tiene una intervención muy limitada y enseguida se toma el palo como si expresara “ya me quemé una vez con esto, ahora que Michael Keaton levante el muerto”.

Tras el primer acto fatídico entonces llega San Michael para ponerle un poco de onda al espectáculo pero tampoco puede hacer milagros.

Un regreso donde por momentos sobrevuela el fantasma del Luke Skywalker del episodio 8 de Star Wars.

El tema con la explotación tóxica de la nostalgia es que por más que suene la melodía de Danny Elfman y Keaton se ponga el traje de Batman vos no vas a tener nueve años otra vez y Warner tampoco puede replicar el fenómeno cultural de 1989.

Fuera del contexto de la obra de Tim Burton en este argumento al personaje se lo percibe como un sapo de otro pozo y no ayuda para nada que tenga que interactuar de manera forzada con la versión hermanos Farrelly (con vómito incluido) de Flash.

Pese a todo, Keaton le saca agua a las piedras con su labor y consigue que puedas completar el visionado, más allá del cierre bochornoso que le dan a la participación de Batman.

El supuesto “gran regreso” deja sabor a poco.

Sasha Calle por su parte compone una adaptación libre de Supergirl y en su primera aparición reparte más piñas que Henry Cavill en todas sus intervenciones como Superman.

No encuentro un argumento sólido para objetar su labor donde por lo menos le aporta al personaje la dignidad que brilla por su ausencia en la interpretación de Miller.

Cabe resaltar que la heroína no tiene chance de aportar nada significativo en el relato y es utilizada como un elemento decorativo.

Hace unos años se estrenó Spiderman: No Way Home que trabajaba un concepto similar y también contenía un primer acto complicado donde también estaba presnete la trillada explotación de la nostalgia.

Sin embargo la aventura que ofrecía era mucho más llevadera.

Una debilidad enorme de Flash es la ausencia de un antagonista notable o interesante que genere tensión en el conflicto.

Michael Shannon en piloto automático no aporta nada como el General Zod y termina muy deslucido y la idea que Barry sea su propio enemigo resulta pobremente ejecutada.

Por otra parte, la desidia creativa con la que se aborda el Multiverso es abrumadora como si los realizadores no hubieran sabido que hacer con ese concepto.

De hecho, la gran batalla final, que por cierto no podría haber sido más genérica, tiene lugar en un desierto mundano donde los héroes combaten a un grupo de kriptonianos maléficos.

No deja de ser una curiosidad que DC le puso más dedicación y cariño a la miniserie televisiva, Crisis en las Tierras Infinitas, que hicieron con dos mangos.

Luego intentan compensar todo con una secuencia artificial de fan service donde le rinden homenaje a las grandes glorias audiovisuales de la franquicia que parece un material eliminado de Space Jam 2.

Ya no se trata de valorar una película por una historia creativa y conceptos de fantasía bien desarrollados sino de aplaudir cameos bobalicones en CGI que no son otra cosa que tapa baches burdos de mercadotecnia.

Inclusive ese apego a la nostalgia añeja en la que se estanca el film por momentos termina siendo depresivo y queda la sensación que esta es la película de Flash que se merece la cultura geek de la actualidad.

En lo referido a la puesta en escena los efectos especiales son bastante pobres con secuencias de CGI que parecen haber sido realizadas en el 2002.

Dentro de este campo técnico las peleas de Supergirl son las más afectadas y se contraponen a las de Batman que al no depender del artificio digital quedan mejor paradas.

Flash tampoco es la peor película de superhéroes que vimos en los últimos años pero demanda paciencia ya que tiene un inicio complicado y el último acto es un caos.

En última instancia la experiencia también depende de cómo conectes con el estilo de humor que proponen los ejecutivos de marketing de Warner que fueron responsables de esta producción.

Para sufrir menos mi recomendación es entrar a la sala una hora después de iniciada la función.

La otra opción es llegar temprano, te tomás un café y le pides a un empleado del cine que te avise cuando entre Keaton en escena y de ese modo el espectáculo se hace más ameno.

La buena noticia es que Flash es tan intrascendente en su contenido que James Gunn, la última bala de plata que le queda a DC, puede reiniciar la franquicia otra vez sin problemas.

Aunque después de ver esta película creo que el único material decente que vamos a encontrar en el futuro surgirá únicamente de las producciones animadas.

DC necesita encontrar un equilibro y salir de los extremos.

En un par de años pasamos de la depresión bucólica de Snyder a la idiotez radicalizada que primero implementó Marvel.

Si sos muy fan de este personaje (mis condolencias) y entendés que Mark Waid no es una línea de calzado deportivo hay que tomarse con calma el estreno y esperar a que algún día llegue una representación más digna.

Por el momento John Wesley Shipp, el protagonista de la serie de 1990, retiene la corona como el mejor Barry Allen live action de todos los tiempos.

Que les sea leve.