Fin de siglo

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

Un film de encuentros azarosos y de deseos postergados que construye a partir de la ambigüedad narrativa una interesante y entretenida propuesta que se alzó con el premio a Mejor Película en la Competencia Argentina del Bafici 2019.
Ocho (Juan Barberini), un argentino que vive en Nueva York, recorre las calles de Barcelona como un turista, de visita en sus lugares de postal. Un cruce en la playa, que se repite desde el balcón de su departamento de alquiler, lo lía con Javi (Ramón Pujol) -un español viviendo en Berlín, en plan visita familiar-, en un encuentro sexual fogoso y con todo el aspecto de ser efímero. Pero se continúa en un almuerzo tardío con charla sobre deseos y decisiones de vida. Hasta que uno le dice al otro que se conocían de antes, veinte años atrás. La película nos lleva a ese tiempo y lo que vimos busca reacomodarse pero sembrado de dudas e incertezas. Otro salto temporal directamente cambia todo.

Fin de siglo cuenta un melodrama romántico -gay (esto es apenas un dato descriptivo porque la universalidad de lo que trata trasciende el deseo sexual), desarrollando los temas propios de esta época pero también aquellos atemporales: fidelidad, familia, mandatos propios y ajenos, miedos, soledad y pareja, de manera inteligente y a través de una forma cinematográfica que, sin abandonar ni renegar del clasicismo, apuesta por el riesgo de las escenas sexuales “jugadas” y adultas y complejiza lo contado con una especie de flashbacks que incorporan la ambigüedad, el extrañamiento y el desconcierto del espectador, a la mejor manera del cine moderno.

Sin salirse del realismo (como lo hiciera en su filmografía Antín con la obra de Cortázar), el film recapitula la narración, nos hace dudar de todo y de todos y volver a replantear lo visto para pensar una vida y sus variadas posibilidades, las elecciones y sus consecuencias, los nuevos comienzos, las contradicciones vividas y la mente haciéndonos malas jugadas frente a los sentimientos. Las sensibles y logradas actuaciones de los protagonistas, a las que hay que sumar a Mía Maestro, redondean un film atrapante.