Fausto

Crítica de Daniel Cholakian - Fancinema

Desmesurada y compleja

Tras Moloch, Taurus y El sol, Fausto es la cuarta y última producción en la tetralogía del mal del reconocido director ruso Alexander Sokurov. Sin lugar a dudas una obra que mantiene el nivel conceptual de estos trabajos y que resulta una película en movimiento, que no para, con personajes que se desplazan constantemente entre las calles, las casas, los exteriores oníricos.
Sokurov se acerca al texto de Goethe, pero la adaptación que logra es una mirada muy personal y libre sobre la historia del doctor Fausto y su pacto con el demonio. El trabajo del realizador se puede dividir en dos niveles que funcionan mancomunadamente: por un lado hace eje en la aparición de la verdad y la ciencia, la subjetividad humana, el poder del hombre y la muerte de Dios; mientras que por otro lado se trata de un desafío plástico notable, bello, inmenso.
A partir del trabajo estético y narrativo que propone el director, la película se torna por momentos desmesurada y compleja, y por otros resulta algo cercana a los clichés. Sin embargo, para poder disfrutarla, este Fausto no exige del público más que libertad, entrega y un par de horas de su mejor tiempo.