Éxodo: Dioses y Reyes

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Espectacular “Éxodo”, con cruce de mar a pie explicado

Como la historia es bien sabida, síntesis: cuarenta años en el desierto pasan en 10 minutos, a pesar de que la película dura más de dos horas y media. Faltan especificar mandamientos y orgías con becerros de colores, pero las plagas de Egipto generan un formidable climax dramático que culmina en el episodio marítimo de marras, filmado y narrado por Ridley Scott en su mejor forma.

La gran cualidad del cine religioso es su necesidad de generar escenas sobrenaturales concebidas y percibidas como ciertas por cineastas y espectadores, convencidos de que esos milagros en la pantalla son parte del misterio de su fe, lo que en manos de un experto como Cecil B. DeMille podía generar películas increíblemente audaces, tanto en sus niveles épicos, efectos especiales e imagineria fantástica, como en su fiel lectura de las Sagradas Escrituras, sin obviar detalles de sexo y violencia capaces de devolver la fe a los mas incrédulos productores.

Aplicada a publico y cineastas del siglo XXI, esta teoría podria resultar risible. Quizá no tanto para el público sino por la idea de que el director de obras maestras de ciencia ficción como "Alien" y "Blade Runner" sea el indicado para plasmar varios de los máximos milagros del Antiguo Testamento en el cine.

Luego de su taquillero péplum "Gladiador", versión impresentable de "La Caida del Imperio Romano" de Anthony Mann que, de todos modos, tiene el mérito de iniciar el cine épico de la era de los efectos digitales, Ridley Scott cada tanto vuelve a proyectos que podrían acarrearle el rotulo del Cecil B. DeMille moderno. Como autoconfesión en este sentido, se puede citar la soslayada pero formidable "Cruzadas" que filmó Scott en el momento adecuado, para dar un mensaje posterior a los atentados musulmanes ("Las Cruzadas" fue justamente el film que, por su espíritu ecuménico, le permitio a DeMille filmar escenas de "Los diez mandamientos" en tierra egipcia).

Hasta ahora los momentos realmente misticos del cine de Ridley Scott tenían que ver con la capacidad de demostrar que los replicantes de "Blade Runner" tenían alma, o con Tom Cruise salvando a Sean Young del Malvado en la antológica y subvaluada "Leyenda". Este "Exodo..." mueve a Scott a tratar la fe de un modo aceptable tanto para él como para el público moderno: el film empieza como deben empezarse los films épicos, con una minima presentación del mundo antiguo que, inmediatamente, da lugar a una batalla que supera, lejos, la del comienzo de "Gladiador".

Christian Bale es un Moises agnóstico, casi ateo, que descree del relato de cómo se salvó de la masacre de recién nacidos del faraón John Turturro. Aun ahorrándose ese prólogo y toda la agonía y el éxtasis de los 40 años en el desierto que ocuparon tanto a DeMille en 1956 (no así en 1923, ver Recuadro), esta película se hace un poco larga al principio, sobre todo durante la primera hora, y se acaba demasiado abruptamente en un final sólo aceptable para aquellos espectadores que se equivocaron de sala y esperaban ver "Quiero matar a mi jefe 2".

Cuando Bale casi empieza a parecerse al mas icónico Charlton Heston, surge la zarza ardiente bíblica, con la esposa del profeta (una extraordinaria Maria Valverde, dueña de cada escena en la que aparece) asumiendo que Moisés no habla con Dios, sino que está alucinando luego de recibir un golpe en la cabeza. Sólo que luego de un buen y tal vez excesivo- rato de proyección, cada plaga contra el Egipto de Ramses (Joel Edgerton) implica una prueba del poder divino para todos los personajes, y es a partir de este momento cuando Scott formula una magistral relectura del Éxodo bíblico, aparentemente más naturalista -y menos colorida, y mucho menos kitsch- que culmina en una larga, elaborada y antológica reelaboración de cómo cruzar el mar a pie.

"La mas grande historia jamas contada" de George Stevens narraba el Evangelio de modo tal que el más agnóstico no pasara mas de un rato de proyección sin volverse más o menos creyente. Entendiendo que la película de Scott es más corta o sea, menos larguísima-, el truco del guión para que el mismo Moisés no pueda negar el milagro que experimenta junto a todo su pueblo merece celebrarse como un raro ejemplo del talento de contar una viejisima historia de un modo novedoso, convincente, y emocionante.

Falta una calvicie épica comparable a la de Yul Brynner, pero al menos hay novedosos cocodrilos gigantes en 3 D.