Existir sin vos. Una noche con Charly Garcia

Crítica de Daniel Castelo - Infonews

“Estoy tan loco que parezco irrompible”, canta Charly García en Correte Beethoven, opus del disco El aguante (1998) en el que recrea el legendario Roll Over Beethoven de Chuck Berry.

Cuatro años antes de eso, en plena efervescencia de la producción de La hija de la lágrima, la gran (y única) estrella del rock argentino pasó largas noches en su estudio del barrio de Palermo, donde ensayó y sobreensayó canciones del álbum, entre ellas la que finalmente quedó registrada como No sugar y que en el working progress se titulaba Existir sin vos.

El realizador Alejandro Chomski (Dormir al sol) fue testigo de algunas de aquellas noches de rock and roll y fiebre y las registró con su camcorder. Hoy, 22 años después, las imágenes llegan a la pantalla grande en forma de documental de poco más de una hora, por lo que aguardamos con intensidad una versión extendida.

Existir sin vos: una noche con Charly García es la foto de un instante, la radiografía de un artista visceral y en eterno estado de gracia. El tipo que hizo de su cuerpo, su cabeza y su sangre parte de su obra artística, aparece desnudo en lo que podríamos definir como la puerta de entrada a su período Say No More, ese del exceso permanente, del constant concept, del clavado desde un piso 9, el de los shows suspendidos, el del autoboicot y la guerra contra la nada.

El film es un ticket to ride sin filtro a un obseso que puede pasarse horas interminables tocando la misma canción hasta que suena como él quiere. “Qué buenos que somos”, dice después de una jam session apoteótica.

La cámara de Chomski registra pasajes que se disputan el cuadro de honor de la música progresiva y otros que van de la mano con el Pomelo de Peter Capusotto. Así fue Charly de mediados de los 90s a fines de la década ´00 hasta que el tobogán lo depositó en una clínica.

A modo de cast, María Gabriela Epumer, Fabián Quintiero, Fernando Samalea y Alejandro Medina, de Manal, entre otros, participan de la noche en cuestión e intentan alcanzar al correcaminos que desparrama energía y virulencia a cada paso.

Buena parte de todos los Charlys están en el Charly del documental y ahí radica su atractivo. Quizá pueda ser visto como un trabajo solo para fans. Y puede que así sea, pero los neófitos sabrán agradecer también la posibilidad de ser contemporáneos de este Quijote sin lanza, apenas armado con sus pulsiones, un talento incomparable y la mirada puesta muy lejos, tan lejos que el resto de los mortales todavía ni siquiera podemos imaginar.