Exilio de Malvinas

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Como "Game of Thrones" pero en Malvinas

El cine argentino viene reflejando desde hace tiempo la problemática sobre las Islas Malvinas. En su mayoría, las historias se enfocaron en la guerra propiamente dicha, sus secuelas y hasta en los reclamos por la soberanía. Federico Palma se corre de ese lugar común y construye en Exilio de Malvinas (2016) un documental que gira alrededor del relato de tres nativos malvinenses que por no estar de acuerdo con la política imperial del Reino Unido fueron obligados a dejar las islas.

La primera de las historias es la de Alexander Betts, defensor del reclamo soberano argentino, que tras finalizar la guerra tomó el último barco que transportaba a los sobrevivientes argentinos y se radicó en Córdoba. Hoy representa a la Argentina en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.

James Peck es un artista plástico que se enamoró de una argentina. El romance nunca fue bien visto ni por los vecinos ni por las autoridades que ante el embarazo de ella niegan la posibilidad de que el parto se produzca en la isla. Un mes antes del nacimiento ambos abandonan Malvinas y se radican en la zona continental. James es el primer ciudadano malvinense que obtuvo el DNI argentino.

El tercer caso reflejado es el del biólogo inglés Mike Bingham, que al hacer público un caso de migración de pingüinos por la falta de alimentos provocada ante la pesca indiscriminada que se esconde detrás de fraudulentos negociados también es expulsado de la isla.

Palma construye a partir de estas tres historias un simple pero apasionante relato que transita por las zonas más oscuras de quienes gobiernan las islas, y no la hace desde la visión de argentinos, sino de aquellos que nacieron o se radicaron en el lugar y por no pensar cómo debían fueron desterrados.

Las historias parecieran extraídas de cualquier serie de ficción medieval, pero la diferencia es que no ocurrieron hace 1000, 500 o 100 años, sino que suceden en la actualidad. Mientras algunos se rasgan las vestiduras hablando sobre la libertad, la libre expresión y todo lo bueno del primer mundo, la política imperial del Reino Unido destierra a quienes no están de acuerdo con su política. Y no es Game of Thrones es la realidad.