Everest

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

A veces decimos que no, que el 3D y la cámara que sumerge al espectador en la historia en realidad no suman nada. Cuando lo decimos es porque es cierto: son chiches que no suman nada. Pero cada tanto aparece una película que parece darle a esos artilugios un estatuto expresivo. Es el caso de Everest, ni más ni menos la historia de dos equipos que tratan de conquistar la montaña más alta del mundo y se enfrentan a los peligros -tormenta de nieve incluida- que tal desafío implica. Cosas buenas del film: uno, los actores parecen seres humanos y uno está preocupado por ellos todo el tiempo. Dos, cuenta la historia sin irse demasiado por las ramas, consciente de que ya de por sí se trata de un relato poderoso. Tres, no aburre nunca. Hay algo de documental, incluso, en cómo se muestra el peligro, algo que ata la película a las primeras experiencias del cine primitivo, ese que solo deseaba llevarnos donde no podríamos estar. El realizador Baltasar Kormákur (que, hace muchos años, supo narrar historias de puros personajes, como la comedia independiente Rejkiavik bajo cero) simplemente se dedica a acompañar la historia y a los protagonistas, aunque a veces caiga en la tentación de querer “decir algo más”. De todas formas, el solo juego del film alcanza para que tales enseñanzas de vida pasen más bien inadvertidas. Una de las pocas películas que justifican absolutamente la tecnología que les permite existir.