Eva de la Argentina

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

La mayor virtud de “Eva de la Argentina” es su calidad técnica. Se trata de la poca frecuente combinación de dos géneros tan disímiles como la animación y el documental.

El título del film y su afiche no arrojan ninguna duda sobre cual es la temática, centrada en un personaje varias veces transitado por el cine, inclusive hace muy poco en Juan y Eva.

María Seoane luce más como realizadora que como guionista, esto último junto a Carlos Castro y Graciela Maglie. Este último reparo se realiza al considerar que nuestra cinematografía tiene una deuda pendiente, no habiendo aún logrado un retrato equilibrado de la figura de Eva Perón. La que aquí se muestra está más cerca de la “santidad” y casi en las antípodas de la “Evita” de Alan Parker.

Hecha la objeción señalemos los numerosos aciertos que comienzan al enfatizar la belleza de los dibujos elaborados por Illusion Studios, los mismos de “Boggie el aceitoso”, de la mano del fallecido Francisco Solano López (“El eternauta”). La música es otro punto fuerte al haber sido confiada al talentoso Gustavo Santaolalla y en su parte final a León Gieco en la canción “Eva” que este último entona.
También es destacable la presencia de un personaje animado que hace las veces de relator, nada menos que el trágicamente desaparecido Rodolfo Walsh y a quien le presta muy bien su voz Carlos Portaluppi. Es inevitable la referencia a su libro “Esa mujer”, que explica porque la película le dedica un metraje importante al tema del cadáver de Evita.
Son acertadas las inclusiones de imágenes documentales de Perón y Evita en los momentos más importantes de la corta vida de esta última. Dichas imágenes, sobre todo las finales cuando ella ya estaba enferma, logran emocionar inclusive a quienes no necesariamente sienten devoción por ella. Ese es quizás uno de los mayores logros de “Eva de la Argentina” a tal punto que dicha sensación de tristeza resulta incluso transmitida por las imágenes animadas.
El balance es positivo y es de esperar que, aún quienes no sean particularmente afectos a esta visión algo unilateral del personaje, sepan vencer el prejuicio para poder admirar una obra de rara belleza y singularidad.