Este es el fin

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Humor y redención con nombre propio

Una propuesta original donde seis muchachos se refugian en una mansión ante un clima apocalíptico. Y cada actor hace de sí mismo.

En un 2013 donde muchas parodias y comedias fueron para el olvido, Este es el fin es una brisa de aire fresco que demuestra cómo hacer reír sin caer en lo grotesco.

Mezclando tópicos tan disimiles como apocalipsis, excesos y redención, esta película goza de una peculiaridad. Bienvenidos los actores que hacen de ellos mismos y juegan irónicamente con la vida personal, como así también dan guiños hacia sus filmes. No se ponen al hombro papeles estúpidos.

Seth Rogen (sí, el director) junto a Jay Baruchel van a la inauguración de la mansión de James Franco (más civilizado que en Spring Breakers: viviendo al límite) donde -positivamente- no reina el descontrol típico de estas reuniones sino más bien un espíritu lounge . Se acaba la bebida y la dupla va por más al mercado y allí... comienza la verdadera película con una explosión que quiebra la tranquilidad y se desarrollan una serie de abducciones hacia el cielo.

Este es el fin, cuya gran parte del elenco formó parte de Piña Express (2008), es una película de interiores, donde la vivienda -que al principio parece ajena a todo colapso y causa una simpática sensación- es presa del pánico: un pozo gigante devora a varios actores en el jardín del lugar (entre ellos a la popular Rihanna) y Los Angeles es consumida bajo el fuego.

El entorno apocalíptico que reina en el exterior se contrasta con la impericia, cobardía (vean cómo Emma Watson domina al grupo sólo con un hacha) de seis muchachotes refugiados en la casa. Pero, a pesar de todo, buscan pasarla bien. Frases como “rechacé acostarme con Lindsay Lohan”, de un Franco avergonzado, hacen que el espectador se sienta parte de esa reunión íntima cuando sus actores revelan curiosidades.

El egoísta y carismático Danny McBride es la oveja negra del grupo. El reúne todos los pecados capitales en esa mansión que ventilará las miserias de cada uno. Y hasta hay un videoconfesionario al mejor estilo Gran hermano.

Satirizar viejos clásicos del cine (como El exorcista) es algo demasiado visto, pero en Esto es el fin calza justo con la guturalidad y posesión de Jonah Hill (el que más se destaca) de la mano de logradas figuras diabólicas a gran escala.

El argumento tiene un timing correcto con sus gags, justo a tiempo, sin caer en la desmesura y el desgaste del guión. Excepto cuando un tópico se repite como el uso y abuso del consumo de marihuana (que tiene una alta presencia en el filme) y la exasperante discusión sobre las eyaculaciones. Las pocas sobras de un filme con un alto vuelo humorístico.