Espejito, espejito

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Un cuento de hadas más cerca de la parodia que de la fantasía

Los cuentos de hadas escritos por los hermanos Grimm son en su mayoría recopilaciones de leyendas centroeuropeas que, examinadas de cerca, contienen demasiadas crueldades y fatalidades para ser aptas para el público infantil. Oscuros relatos llenos de muerte, sufrimiento y, sí, también príncipes y princesas. Y algo de toda esa esencia persiste en Espejito, espejito, aunque el tono del film tenga más de parodia que de tragedia. Aquí la archiconocida historia de Blancanieves y su egocéntrica madrastra funciona como una farsa algo fría y cómica, aunque no demasiado.

Todo comienza con un pequeño resumen animado -lo mejor, por lejos, de toda la película- en el que la reina explica cómo fue que consiguió su trono y cómo piensa conservarlo siendo la más bella del reino. Interpretada por Julia Roberts, la villana está llena de peculiaridades y pequeñas obsesiones vanidosas y, con su conocimiento de la magia negra, mantiene todo bajo control. Usualmente una fuerza cinematográfica irrefrenable y una intérprete carismática como pocas, aquí Roberts nunca logra despegar su actuación de una serie de tics con los que ella parece encantada pero que no convencen desde el punto de vista del espectador. Pura exterioridad y no demasiada sustancia, una combinación que se extiende también a Lilly Collins, encargada de interpretar a esta Blancanieves de espadas tomar, y a la película en general. Dirigido por Tarsem Singh ( Inmortales , La celda ), el film contiene las marcas de estilo del realizador, un detallista y elaborado diseño de producción y vestuario que asombra y deleita. Claro que el repertorio visual encuentra su límite en un guión y unas interpretaciones que parecen al servicio de los trajes y los escenarios cuando lo ideal sería que ocurriera exactamente lo opuesto.

Combinando elementos de comedia con la fantasía romántica, allí está el príncipe valiente aunque algo simplón que interpreta Armie Hammer ( J. Edgar ), objeto de deseo tanto de la reina madura como de la posadolescente princesa, Espejito, espejito intenta modernizar esos cuentos de hadas que Disney supo transformar en imágenes icónicas consumidas por el mundo entero. Así, pone en manos de Blancanieves y los legendarios siete enanos que la rescatan del siniestro bosque la posibilidad de cambiar su destino, vengar los maltratos recibidos y conseguir el final feliz. Claro que el mensaje no demasiado trabajado ni cuidado por el guión de Melisa Wallack y Jason Keller empalidece frente a los coloridos trajes y escenarios que asombran, pero nada más.