Espejito, espejito

Crítica de Javier Porta Fouz - HiperCrítico

Princesas

Blancanieves en versión “personajes de carne y hueso”, con Julia Roberts como la madrastra/bruja malvada. Dirigida por Tarsem Singh, el mismo de The Cell, con Jennifer Lopez. Y doblada al castellano. No generaba grandes expectativas. Para peor, la película comienza con un prólogo animado que es sencillamente feo. Sin embargo, a partir de que comienza la narración “live action” Espejito, espejito se convierte en una película que festeja, con imaginación, a los cuentos de hadas. ¿Por qué?

En primer lugar, porque a estas alturas Julia Roberts ha aprendido a reírse de sí misma y de su estatus de estrella con una de las mejores y a veces olvidadas armas del cine: la escala humana, cercana, con la sabiduría que deja percibir el humor. Roberts no parece una diva, y el personaje que interpreta en esta película plantea incluso una serie de burlas bien orientadas hacia el divismo: la secuencia del tratamiento de belleza es rítmicamente crujiente y tremendamente imaginativa. En segundo lugar, el diseño de Tom Foden aporta no solo color y dinamismo sino que, en combinación con osados paisajes digitales, transporta el ojo (el oído está ocupado escuchando el doblaje) a una tierra de ensueño y asombro. Blancanieves, por su parte, está interpretada por Lilly Collins, de gracia y fotogenia naturales, con mirada clara y cejas expresivas ideales para este personaje (me enteré ayer de que es la hija de Phil Collins, dato que no la hace ni más linda ni más fea, ni mejor ni peor actriz). Por último, el indio Tarsem Singh no es un director al que le guste la medianía (The Cell era al menos un bodrio plásticamente imaginativo), y con esa osadía colorinche y que se anima a la acción física y a no pocos chistes, termina redondeando una película por encima de las expectativas (al menos de las mías), con un final musical al estilo Bollywood que deja entrever el tremendo poderío simbólico de un cine que cuando logre avanzar en los mercados externos será muy fuerte. No, Espejito, espejito no es Bollywood, pero de alguna manera lo anuncia, lo señala con su final.

Al día siguiente vi, finalmente, una película que me debía desde hace cuatro años: Encantada, de Kevin Lima. El director tenía antecedentes poco interesantes. Pero seamos serios, o al menos frontales: vi la película porque me la habían recomendado un par de personas en las que confío y porque además –y sobre todo– porque está protagonizada por Amy Adams, que desde Los Muppets se ha convertido en el objeto de mi amor en la pantalla. Pues bien, Encantada también comienza como un dibujo animado y pasa a la acción en vivo (la mentada “live action”), y también tiene una actriz famosa como madrastra/bruja (Susan Sarandon). Encantada, ya se sabe, juega con el pasaje de personajes de los cuentos de hadas a la Nueva York contemporánea, y por ese lado van sus mayores aciertos, como el convincente musical en Central Park o, sobre todo, el llamado a los animales a limpiar la casa. Y sí, además hay otros cuantos buenos chistes y otros etcéteras que es inútil apuntar. Aunque los dijera en detalle, de todas maneras no lograría terminar este párrafo de otra manera que elogiando a la princesa pelirroja de apellido Adams que acá ya anunciaba el encanto absoluto que irradiaría en Los Muppets.