Escribiendo de amor

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

Sí “Escribiendo de Amor” (The Rewrite, 2014) tuviera un tratamiento diferente, y estuviera estelarizada por Jack Black, sería un golazo muy al estilo de “Escuela de Rock” (The School of Rock, Richard Linklater, 2003), pero no, Marc Lawrence y Hugh Grant son reincidentes que insisten en la comedia romántica con el típico protagonista en busca de segundas oportunidades.
Ojo, esto no es nada malo, pero al simpático actor inglés no le calza el estereotípico machista mala onda que descubre todo lo que necesita para ser feliz en la sonrisa de una madre soltera ultra positiva que festeja cada pequeño logro que le da la vida.
Lawrence y Grant vienen colaborando desde hace rato, por eso a nadie debe llamarle la atención que está película se parezca a “Letra y Música” (Music and Lyrics, 2007), por ejemplo. En esta oportunidad Hugh es Keith Michaels, un guionista inglés que hizo rancho en Hollywood y sólo vive de sus viejas glorias sin poder colocar ninguna de sus historias recientes. Michaels ganó un Oscar haca casi 20 años y nunca más logró un éxito en su carrera, pero también se resiste a la secuela. A pesar de todo, aún conserva el prestigio de su buen nombre y el único trabajo que le ofrecen es dar cátedra de escritura en la Universidad de Binghamton, un pueblucho de Nueva York.
Hacia allí se dirige con la única intensión de poder pagar las cuentas, pero canchero como es, desprecia la noble profesión de la docencia la cual ve como un medio de conocer chicas lindas y jóvenes para poder llevar a la cama y algún que otro nerd, con mejores ideas que él, que pueda ayudarlo a volver al ruedo y a la meca.
Divorciado y con un hijo al que no ve desde hace años, la actitud negativa de Keith empieza a cambiar cuando conoce a Holly (Marisa Tomei), madre de dos pequeñitas que tiene varios empleos y, en el tiempo que le sobra (¿?), toma diferentes clases, incluyendo la de Michaels. Desde ahí todo es predecible dentro del universo romántico-cómico que nos suele presentar Hollywood, pero los personajes periféricos molestan más de lo que aportan.
Por ejemplo, Michaels no logra vender sus historias porque los productores andan en busca de relatos copados con mujeres patea traseros de protagonistas, pero en “Escribiendo de Amor” las mujeres sólo entran en tres categorías: las jovencitas lindas, huecas y estereotipadas que el muchacho tiene como alumnas a las que no les importa acostarse con el profesor a los dos segundos de conocerlo; las maduritas, inteligentes y aburridísimas como Mary Weldon (Allison Janney), profesora excelsa y experta en Jane Austen que aborrece las películas y parece no haber visto ninguna en su vida; y la de espíritu libre que todo lo puede encarnada por Tomei.
Esto no es serio muchachos, y si bien Hugh Grant se burla de sí mismo y de su estrellato perdido, su personaje se pasa toda una tarde eligiendo cuidadosamente a las alumnas que quiere “ver” en su clase y, por las dudas, suma a dos nerds hecho y derechos que lo implican ninguna amenaza ni competencia: un fanático enfermizo de “Star Wars” y el único cerebrito que logra vender su guión en un clase con nueve mujeres.
Sí, el mensaje es contradictorio y un poquitín ofensivo, incluso, acá el único “macho” vendría a ser el doctor Lerner (J. K. Simmons), director, ex milico, pero amante esposo y padre de cuatro mujeres que lo convirtieron en un pollerudo.
Así, “Escribiendo de Amor” se pierde entre una crítica mal echa y una comedia fallida que reboza de lugares comunes y chistes que no provocan gracia, sólo aquellos que se meten con el metalenguaje. Que alguien rescate al bueno de Hugh y le consiga, aunque sea, una secuela de “Notting Hill” (1999) o algo por el estilo.