Escribiendo de amor

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Un profesor que enseña poco y aprenderá mucho

El guionista Keith Michaels anda en la mano. Hace mucho ganó un Oscar y conoció la fama. Pero la pólvora se le secó, su mujer se fue con otro, su hijo no lo tiene en cuenta y le falta amor, ganas y plata. Por eso aceptará de mala gana un puesto de docente de literatura creativa en una universidad pública de una ciudad del interior. Y allí va, sin ilusiones. Está convencido de que no puede enseñar nada, que el pueblo es chato. El sólo espera una llamada de Los Angeles para volver a Hollywood. Pero bueno, tomará contacto con una mujer separada del lugar que lo irá conectando con aspectos de su vida que estaban dormidos. Y aprenderá que esa pequeña ciudad le puede dar a su vida más que el falso oropel del mundo del cine y la fama. El film habla de segundas oportunidades (en el amor y en la vocación) y su protagonista se dará cuenta de que a veces, al mirar atrás para tratar de revivir viejos logros, nos olvidamos de lo que tenemos enfrente. Film liviano, muy hablado, medo ingenuo, que tiene en el centro de la escena a Hugh Grant y su personaje de siempre: un galán dubitativo, desorientado, que trastabilla y mete la pata, pero que hace valer su simpatía y su ternura. A su lado está la siempre encantadora Marisa Tomei. Ella será la que le dará letra a este profesor que enseña poco pero aprenderá mucho.