Escándalo americano

Crítica de Julieta Aiello - Indie Hoy

Seguimos con algunos de los títulos nominados a los Premios Oscar, aquellos que más están dando que hablar en la crítica mundial. American Hustle o Escándalo americano es una de ellas y ha dejado impresionado a más de uno. Nos encontramos frente a un film con poderosas actuaciones, despliegue artístico y cinematográfico y sobre todo, una gran historia.

Situada en los años 70 en Estados Unidos, la película nos lleva a los adentros del mundo de la estafa y sus embrollos con el FBI. Irving (Christian Bale) es un inteligente estafador que se une con su atractiva amante, Sydney (Amy Adams) para crear un poderosísimo imperio de los “negocios sucios”. Todo parece ir sobre ruedas hasta que el agente del FBI Richie DiMaso (Bradley Cooper) los desenmascara, pero promete mantenerlos indemnes si lo ayudan en la detención de otros cuatro grandes estafadores.

La historia comprende distintos embrollos y situaciones límite pero básicamente maneja los códigos difusos de la realidad y la ficción. Todo el operativo en el que se ven inmersos con el agente DiMaso es una gran ficción orquestada para el desenmascaramiento, la identidad de Sydney comprende una irrealidad que hasta ella llega a creerse, el matrimonio de Irving con Rosalyn es una gran mentira para mantener a su hijo con él, el romance entre DiMaso y Sydney nunca llega a rozar los espacios de la realidad; pero sobre todo (y como causa de todo lo anterior) la vida de la estafa comprende per se la lógica de la mentira y el artificio… Así, estos personajes envueltos en el mundo de la ficción, se resguardan del mundo real que los amenaza a cada segundo con invadirlos. Su modo de sobrevivir es mantener el artificio (que se debilita cada vez más), pero que al fin y al cabo, triunfará sobre todos los poderes reales.

La película si bien está repleta de clichés del género y no trae nada nuevo bajo el sol, sí es un deleite audiovisual. Los escenarios y los vestuarios ostentan un lujo hollywoodense setentoso que no hay ojos que se le resistan: los amplios escotes de Amy Adams, los peinados y manicura de Jennifer Lawrence, los vestidos y los smoking, los casinos y los hoteles, etc. todo es un despliegue de esta ficción de la que todos son cómplices y sostienen a partir de las apariencias. Por otro lado, las actuaciones en general hacen de esta película una tensión permanente combinada con un agrio humor; con pocas pero fuertes características los personajes son poderosamente definidos y ocupan un lugar justo en cada escena: la alucinante inteligencia de Irving mezclada con debilidad, el desborde y descuido de Rosalyn, la seducción y la desprotección de Sydney, la ambición de Richie, ponen en el tapete las miserias y debilidades humanas que construyen la mentira como forma de supervivencia.

Los cambios de apariencia de Christian Bale parecen sorprender mucho al gran público. Recordemos su increíble pérdida de peso para la oscura The Machinist, o su atlético físico para interpretar al Caballero de la noche o la llamativa apariencia en The Fighter. En American Hustle nos encontramos con un hombre que conserva un encanto inexplicable a pesar de su falta de cabello, su prominente abdomen y su particular vestimenta (así define Amy Adams su atracción por este personaje). Esta puede ser una de las razones que lo llevan a su dominación al Oscar por Mejor Actor. Y la película puede constituirse como una gran oda al lujo de las apariencias a pesar de las grandes debilidades humanas.