Escalofrios 2: Una noche embrujada

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Secuela del éxito de 2015, basada en los best Sellers de R. L. Stine, "Escalofríos 2: Una noche embrujada", de Ari Sandel, redobla la apuesta sobre el terror infantil. En los años ’80, durante el gran auge del terror estilo Clase B, surgió también el boom de las películas infantiles que difumaban los límites con el terror.
El caso más popular quizás sea Gremlins (con sus mellizos Critters), pero también podríamos hablar de "Monsters Squad", "Shrunken Heads", y hasta las infames "Trolls" 1 y 2. En 2015, "Escalofríos" de Rob Letterman había logrado volver a traer ese espíritu de forma similar para la nueva generación, aprovechando una base de novelas populares asegurada.
R.L. Stine es considerado el Stephen King para niños, por su proliferación en la pluma, y por su vertiente a las historias de terror, en este caso, inclinadas al público pre adolescente. En los ’90 era imposible visitar la góndola de novelas juveniles y no encontrarse con estos libritos pequeños, de tapas coloridas y grafitadas, que simulaban alguna viscosidad con colores en contraste, y nos invitaban a adentrarnos en historias de terror bien clásicas, pero protagonizadas por púberes.
Si tenías menos de 15 y ya te interesaba el género, seguro sucumbiste a la tentación de tener unas cuantas de esas novelas.
Escalofríos sorprendió para bien, lograba capturar en exacta medida la esencia de las novelas, el espíritu del terror infantil de los ’80, con la tónica de los tanques actuales (quizás en exceso de CGI) y la ingeniosa vuelta de tuerca de incluir al propio Stine (interpretado por Jack Black) como un personaje. Público y crítica respondieron satisfactoriamente, y por ende, tres años después, llega la esperada secuela que mantiene el mismo juego, aunque con algunos cambios.
En principio, Rob Letterman (acostumbrado a las comedias infantiles) dijo adiós y llegó en su lugar Ari Sandel, que tiene en su haber dos comedias adolescentes que bien vale la pena descubrir "The Duff" y "When We First Met".
"Escalofríos 2: Una noche embrujada", es su primera oportunidad para medirse en una producción a gran escala. También hay cambios en los protagonistas. Sarah (Madison Iseman) vive junto a su hermano menor Sonny (Jeremy Ray Taylor), y su madre Kathy (Wendy McLendon Covey), y espera poder entrar a la universidad de Columbia. Junto a su amigo Sam (Caleel Harris), Sonny decide juntar algo de dinero con un emprendimiento retirando chatarra a domicilio.
Uno de sus clientas, quizás el único, resulta ser una mujer mayor que los convoca a una casa abandonada en la cual, a cambio, pueden quedarse con cualquier cosa que encuentren el hogar. Allí, entre ruinas y gatos embalsamados, Sonny y Sam encuentran un muñeco ventrílocuo, además de un libro cerrado con llave. Por supuesto, la casa fue el primer hogar de R. L. Stine, el muñeco no es otro que el pérfido Slappy, y el libro es la primera novela del escritor, Halloween encantado.
Slappy, que no tarda en demostrar sus habilidades telepáticas, y de alguna forma para cumplir deseos, piensa en tener una nueva familia; y cuando Sarah y Sonny lo rechacen, su plan será utilizar el libro para llevarlo a la realidad, revivir a todos los monstruos de una tienda con homenajes a Escalofríos, y así crear su Halloween eterno y tener su propio familia monstruosa.
Si el argumento no es del todo original, lo cierto es que no necesita serlo para cumplir con la premisa de puro entretenimiento terrorífico para pre adolescentes que se proponen. A diferencia de su antecesora, Escalofríos 2: Una noche embrujada genera un mayor clima de homenaje al terror clásico. La primera escena ya nos hace acordar a "Scream", y desde ahí, no para.
El diseño de los monstruos, si bien sigue siendo en CGI, tiene la intención (en su mayoría) de simular ser efectos prácticos, o artesanales. Hasta Slappy cambió un poco su aspecto para parecer más una marioneta real; y entre la enorme cantidad de monstruos hay muchas figuras reconocibles, no solo por los seguidores de las novelas de Stine.
Si bien ni sueñen con encontrar sangre, o muertes, "Escalofríos 2: Una noche embrujada", se las ingenia para generar unos cuántos sustos y hasta algunas imágenes algo perturbadoras (sin spoilear, algo que sucede con Kathy, es digno de una de terror real). Jack Black vuelve a repetir al personaje del escritor, pero se siente que fue incorporado a último momento, no tiene (casi) participación con el resto del elenco, y su intervención es más bien escasa, y sólo excusa para algo que acá no diremos.
Igual, no deja de ser Black, y sus pocos minutos le alcanzan para desplegar carisma. Madison Iseman (que ya había hecho de Jack Black en Jumanji 2), Jeremy Ray Taylor (el gordito que todos amamos en It), y Caleel Harris (de Castle Rock), tienen muchísimo carisma como para ganarse a la platea, y hasta resultan mejores que los anteriores protagonistas, algo más clichés.
La veta humorística corre por cuenta de Mc Lendon Covey, Chris Parnell (algo desdibujado al principio), y Ken Jeong. "Escalofríos 2: Una noche embrujada" se apoya menos en el gag directo, y recurre a la diversión a través de la propia historia.
Con espíritu vintage pero clima moderno, con buena dosis de terror ATP, y mucho respeto a los clásicos y originales, tenemos a una digna secuela que iguala o supera lo que ya antes estuvo bien.