En un lugar de Francia

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

En un lugar de Francia apunta directo al corazón

Médico de profesión, Thomas Lilti decidió dejar sus instrumentos de cura para dedicarse a la dirección cinematográfica. En ésta, su tercera película, En un lugar en Francia, decidió observar su anterior profesión con una historia en la que el amor escondido, la cercanía de la muerte y el patetismo de sus personajes se convierten en un encendido mensaje de comprensión y de poesía. La trama gira alrededor de Jean-Pierre, un médico rural que recorre las casas de sus enfermos a los que no sólo les atenúa sus dolores físicos, sino que les ofrece palabras de aliento. Sin embargo, el destino le tenía reservado una inesperada sorpresa cuando descubre que padece de una enfermedad que puede convertirse en mortal.

Jean-Pierre no se deja amedrentar por la noticia y, ya teniendo como compañera de tareas a una joven y recién recibida médica, prosigue con sus visitas a los enfermos. Nathalie, la muchacha, que va convirtiéndose en su insustituible bastón, también nota la bondad que emana de ese hombre casi silencioso y cuando descubre que él es portador de un mal que terminará con su vida, lo obliga a someterse al tratamiento necesario para curarse.

La trama va desarrollándose lenta y apaciblemente teniendo como protagonistas a esos dos seres a los que va uniendo un callado amor, mientras pinta las particulares de una comunidad enraizada en una mezcla de servidumbre, compasión y autoridad.

En un lugar de Francia se transforma en un canto a la vida, en un muestrario de secretos y confesiones y en un bello mensaje de comprensión. Para ello un elenco de notables condiciones aportó sus indudables aristas actorales. Aquí está François Cluzet, recordado por sus apariciones en Pequeñas mentiras sin importancia, en Olivier.Olivier y en Prêt-à-porter, entre otros títulos, que otorga todo el necesario carisma a ese médico siempre dispuesto a comprender. No menos sobresaliente es la labor de Marianne Denicourt en el papel de la joven médica.

Una música que va pautando con suaves matices la historia y una perfecta fotografía suman puntos a esta historia que vale mirarla más con el corazón que con los ojos.