En llamas

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Nueva adaptación de un best seller juvenil a la gran pantalla, parece ser la nueva moda del cine comercial destinado a una franja de entre los trece y veintipico de años. Hay una catarata de películas cuyos orígenes son libros, pensados para el mismo público, y que mezclan la aventura, lo fantástico y un romance digno de Corin Tellado. Casualidad o no, (casi) todas provienen de la misma productora, y comparten un estilo similar, quizás buscando la sucesora de la ya finalizada Crepúsculo. Esta semana llega a los cines en todo el mundo Los Juegos del Hambre: En Llamas, secuela del éxito del año pasado; y lo primero que hay que dejar en claro es eso, la fórmula, ara bien o para mal, vuelve a repetirse.
Como es de esperarse – para quienes no leyeron la novela – la historia arranca donde nos dejó la anterior, un tiempo después. Katniss (Jennifer Lawrende) y Peeta (Josh Hutcherson) fueron los triunfalos ganadores de los 74° Juegos del Hambre y el Capitolio los utiliza ahora como publicidad, a ellos y a su presunta historia de amor, exponiéndolos en programas de TV y actos propagandísticos. Pero cuando las luces se apagan la realidad es otra, Katniss apenas registra a Peeta e intenta llevar adelante su relación con otro joven, Gale (Liam Hemsworth) mientras aleja las constantes pesadillas del horror que acaba de vivir. Paralelamente, algo parece estar gestándose alrededor de nuestra rebelde protagonista, el pueblo ya no parece tan manso como antes y ve en Katniss a una posible líder revolucionaria. Alarmado, el Capitolio intenta frenar esta situación antes de que se les vaya de las manos, y para eso, tras un fallido intento de boda, recurren a los juegos número 75°, con un pequeño giro, los participantes ya no serán nuevos, sino que se elegirán de entre los ganadores de juegos anteriores de cada distrito. Lo que queda por ver es obvio, otra vez personas en una plataforma desértica intentando aniquilarse unos a otros para tratar de ser el único ganador.
Para esta secuela se introdujeron varios cambios respecto a la entrega anterior, principalmente en la nueva elección de director (Francis Lawrence por Gary Ross) y equipo de guionistas; el resultado de esto, el argumento pierde en peso dramático e imágenes alegóricas, y gana en espectacularidad y sentido de film grande.
Otro cambio importante se da en la “modalidad” del juego, al ser ahora personas adultas en su mayoría (obviemos la “casualidad” de que en cada distrito haya por lo menos dos ganadores) podemos ver rostros identificables como el de Jena Malone, Amanda Plummer, Jeffrey Weright, y Lynn Cohen que se suman a los otros actores o figuras de renombre como Donald Sutherland, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Lenny Kravitz, Stanley Tucci, Toby Jones, y otra novedad Philliph Seymour Hoffman en un rol con varias capas; lo cual conforma un elenco importantísimo para este tipo de films.
Con una clara inclinación hacia la aventura más que a la acción, los tributos parecen interesantes pero tienen muy poca participación dejando el peligro en base a hechos naturales. El nivel de violencia baja también respecto a la anterior, quedando en claro que los juegos en sí ya no son lo más importante. Hay algún claro mensaje remarcado y difícil de creer en este tipo de films, y la sensación constante de ya haber visto esa escena – desde Jumanji, Episodio II, El Imperio Contraataca, Isla 2, y sigue la cuenta – y sin embargo hay que reconocer que no decae pese a algún bache dialéctico.
De duración talvez muy extensa, se sobrelleva gracias a las buenas interpretaciones de Harrelson (que acierta al no tomarse en serio a su personaje) y Lawrence que logra destacarse dentro de un producto medio. También se remarca la puesta en escena y una banda sonora grandilocuente. Se puede decir de todo sobre Los Juegos del Hambre: En Llamas, pero principalmente que no desentona de su predecesora, ni de los productos típicos de esta factoría, y en definitiva se trata de un producto hecho para seguidores, y a ellos hay que decirles que no saldrán defraudados.