En la casa

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Ganador de la Concha de Oro en el último festival de Cine de San Sebastián, el nuevo film del director Francois Ozon reflexiona sobre los procesos creativos y el alcance de la literatura cuando se funde o confunde con la vida, en un relato que va mezclando géneros y confundiendo puntos de vista pero que nos permite seguir el desarrollo de la historia siendo verosímil cualquier camino que tome la trama sin dejar de sorprendernos.

La historia gira en torno a un profesor de literatura francesa que, desalentado por la falta de entusiasmo de sus estudiantes, descubre en uno de sus alumnos un gran potencial literario que muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. El adolescente, extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá una especie de novela sobre esa familia (y también sobre el profesor) para lo cual deberá infiltrarse en la casa de su amigo.

Planteada casi como una clase magistral sobre la construcción del relato y las causas que originan y delimitan el proceso creativo, la película irá desarrollando la peculiar relación que establece este profesor motivado por el morbo que le provocan las sucesivas crónicas del alumno sobre su víctima, y de las cuales también terminará formando parte su vida marital.

Con mucho cinismo al comienzo y momentos de intriga y tensión con cada nueva página entregada por el alumno de mirada perversa y seductora, el film nos propone un juego entre realidad y ficción que tiene la capacidad de enganchar al espectador en las historias y sus protagonistas.

Con ciertas huellas de Pier Paolo Pasolini, diálogos brillantes y oportunos al estilo Woody Allen y una casi inmediata empatía con el profesor Germain (magníficamente interpretado por Fabrice Luchini), En la Casa ubica a sus personajes y al público como voyeurs de una historia donde lo que más importa no es la verdad, sino los resortes que la envían en una dirección o en otra y el modo en que modificará las vidas de quien lee y de quien escribe.

Una nueva vuelta de tuerca sobre el final, a manera de homenaje a La ventana indiscreta, sella este film que no deja de reivindicar el poder de la narración para cautivar al espectador.