Ella

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

¿Puede el amor plantearse en términos de válido o no válido?

Spike Jonze vuelve a incursionar en temas que parecen de gran interés para él, como el conocimiento de la mente humana y la inteligencia artificial. Ya en ¿Quieres ser John Malkovich? trabajaba sobre los funcionamientos de la mente: con la metáfora del titiritero planteaba la posibilidad de manejar la mente de otra persona. En otra línea, pero también obsesionado en los recovecos de la mente, aparece el corto I´m here en el que el director muestra un mundo en el que máquinas (computadoras-robot) conviven con los seres humanos casi a la par. Jonze desafía la idea de si se puede llegar a desarrollar sentimientos humanos en una máquina. Entre de estas dos obras, según mi opinión, se encuentra Ella, una película que explora tanto la mente del hombre como la posibilidad de la existencia de la inteligencia emocional.
Es interesante cómo tanto desde el guión como de la forma en que está hecha la película se desarrolla la idea de que Samantha, el sistema operativo de inteligencia artificial, deja de ser artefacto para pasar a ser una persona con vida. En todo el film se exploran los límites entre lo que es y lo que no es. Este tipo de planteo, más allá de que sea ciencia ficción y estemos hablando de avances no vistos por nuestra sociedad, corresponde, de alguna manera, a una época en la que la tecnología genera controversias. La idea de poder crear inteligencia artificial no es nueva pero sí la relación que estamos teniendo con los diferentes aparatos tecnológicos. En Ella se logra trasmitir ese miedo a los vínculos que se crean con esos aparatos. Aparece el debate sobre la validez de los sentimientos.
¿Podemos generar un sentimiento con nuestros aparatos? ¿Es más o menos real? ¿Quién sabe qué es lo real? ¿Perjudica o mejora la vida de los seres humanos la tecnología? Estas preguntas tienen lugar en el film, pero, y a mi gusto mejor así, no tienen una respuesta. Theodor Twombly, el protagonista de Ella, encuentra por momentos al amor de su vida en Samantha y aunque como espectadores sabemos que no es una persona físicamente real, por la forma en que se trabaja el film, empezamos a ver al sistema operativo como un personaje humano más. El film se enfoca en los detalles y logra climas claves para poder generar este sentimiento con los espectadores. Es diferente a la idea que se crea con los personajes de las películas maravillosas, en ellas podemos humanizar a un aparato y dotarlo de toda actitud humana. Sin embargo, en Ella esto se plantea diferente. Dotamos a Samantha de actitudes humanas por momentos, aunque estos son tan intensos que hacen dudar de las percepciones. Pero pronto alguna escena nos deja a un lado, nos aleja nuevamente y la compenetración que tuvimos con el amor de Theodor y Samantha se nos vuelve sumamente lejana. Pasamos de pensar “¡qué lindo que es el amor que se tienen!” a decir “¡pero este tipo no se da cuenta que es un sistema operativo!”. Esa es la mayor riqueza del film, el constante desafío que se traza entre lo que es “real” y lo que no. Y esa virtud es posible gracias a la conjunción de diferentes elementos que se ponen en juego. La idea de lo público y lo privado, como está trabajado, es de gran importancia para generar procesos de acercamiento y alejamiento hacia los personajes. Es así como mientras Theodor mantiene su relación con Samantha a solas no encuentra ninguna grieta, pero en el momento que aparece alguien externo se generan dudas sobre ese sentimiento.
En películas como esta uno siente que siempre quedan cosas por hablar o mencionar. Pero eso resulta de lo más lindo porque se nota que no hubo subestimación por parte del director: ha creado un film polisémico que invita al juego de pensar.