El suplente

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

El héroe inesperado de una escuela de la periferia

Cuando Lucio, un profesor de Letras de la UBA, llega como reemplazante a una escuela secundaria de la periferia de Buenos Aires, apela al lenguaje que utilizaría en cualquier aula. Pero apenas formula la primera pregunta a sus alumnos, ocurre el primer temblor que pronto pondría su mundo de cabeza. ¿Para qué sirven la poesía y la literatura?, pregunta Lucio. Para nada, le responde un alumno. Para dormir, le dice otro.

La segunda alarma le llega con las distintas formas que tienen sus colegas para abordar los conflictos en una zona problemática de la ciudad: mientras algunos se comprometen, otros lo reciben con un “bienvenido a la barbarie”. Y el terremoto ocurre cuando aparece droga dentro de la escuela en una cantidad que, se sospecha, es parte de una guerra política entre las autoridades de la ciudad y un narcotraficante local.

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En el medio del caos quedan los chicos, sus familias y los docentes de una escuela que es intervenida por la Gendarmería mientras sigue la investigación. Todos ellos, finalmente, tratando de sobrevivir con las escasas herramientas a su alcance, la pobreza, la marginación y el miedo.

Diego Lerman vuelve al espacio escolar, tal como lo hizo en “La mirada invisible”, aunque esta vez en una situación atravesada por un conflicto muy distinto. También regresa a unos personajes abrumados por los dilemas y las contradicciones; personas comunes puestas a prueba y obligadas a enfrentar sus prejuicios o sus temores.

Toda esa complejidad Lerman la resuelve con una narrativa clara que explora temas siempre difíciles, como el narcotráfico, la marginalidad, la violencia y sus víctimas. Para reconstruir ese universo, el director apeló a quienes mejor lo conocían: maestros y alumnos reales de colegios como los que describe “El suplente”, un elemento que le da verosimilitud y un peso específico extra a las palabras y las situaciones que propone el guión.

Como guía del relato contó con el sólido trabajo de Juan Minujín en el personaje de Lucio, un docente que poco a poco se involucra con una realidad que invadió y torció sus planes, mientras intenta rescatar del peligro a uno de sus alumnos. El actor está acompañado por Rita Cortese, en el rol de la directora del colegio, y María Merlino como una docente que lo orienta en ese universo donde nada es demasiado seguro y en el cual parece descubrir una forma ríspida de poesía.