El secreto de Kalinka

Crítica de Fernando López - La Nación

Famoso caso policial francés

Era de suponer que el caso de Kalinka Bamberski, que ocupó los titulares de los diarios franceses en especial y europeos en general desde 1982 y que diera origen a varios films, quizá no tanto por el trágico fin de la adolescente en sí mismo sino por la obstinada y obsesiva búsqueda de justicia (que más justamente correspondería entender como sed de venganza) manifestada por el padre de la chica, convencido como estaba, casi desde el principio, de que la responsabilidad de esa muerte (y quizá también de la previa intoxicación que sufrió y de su presunta violación) era el prestigioso médico alemán a quien había conocido durante unas vacaciones en Marruecos y que algún tiempo después lo había sucedido como pareja de su ex esposa. Con ellos convivía Kalinka en Alemania, en la época de su muerte.

La lenta y sostenida persecución se prolongó por cerca de tres décadas, en las que Bamberski invirtió mucho de su tiempo y de su dinero y sólo concluyó cuando el acusado, al que también apuntaban antecedentes y alguna reincidencia, terminó procesado y encarcelado. Después de tantas tentativas ante la Justicia alemana y francesa, el obstinado padre, terminó tomando a su cargo la causa, como abogado de sí mismo. Fue su autobiografía la que Vincent Garenq tomó como punto de partida del film, lo que explica que su prolija ilustración del caso confiera rasgos de héroe al protagonista, un vengador en el que Daniel Auteuil deposita toda su potencia y su convicción.