El rey del Once

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Aterrizaje forzoso

“A Usher le gusta más el proceso que el evento”. Eso dice Ariel sobre su padre, y da una pista de por dónde va “El rey del Once”. Daniel Burman vuelve al barrio de Once que fue un personaje más de su segunda película “Esperando al Mesías”. Como en aquel filme del año 2000, el protagonista se llama Ariel, y a diferencia de aquel personaje que antes interpretó Daniel Hendler en su debut en cine y que buscaba asomarse fuera de la comunidad judía poco tiempo antes de la crisis de 2001, el Ariel de “El rey del Once” tiene un aterrizaje circunstancial allí donde creció. Con una crisis en ciernes, pero afectiva, este Ariel deja el orden de su carrera de economista en Nueva York para internarse en el caótico y vital mundo de Usher, un hombre que organiza asistencia solidaria para cualquiera que lo necesite, desde Alplax hasta la carne kosher o los fideos que permiten la subsistencia de muchos de sus vecinos. Matizada con metáforas sobre la búsqueda personal de Burman (contó su necesidad de volver a sus orígenes) la película que participa del Festival de Berlín en la sección Panorama, es un recordatorio amable y cariñoso de la identidad extensible a cualquier espectador, emotivo y sin rebuscamiento, y con el humor en segudno plano pero atravesando la película de principio a fin.