El reino de la corrupción

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Tras filmar Que Dios nos perdone, Rodrigo Sorogoyen rodó otro thriller coescrito con Isabel Peña y protagonizado por Antonio de la Torre. En el caso de El reino de la corrupción (ganadora de siete premios Goya), el eje es el mundo de la política y su corrupción estructural en el ámbito de un gobierno autonómico (la historia está ambientada en 2008).

Manuel (De la Torre) es vicesecretario de gobierno, pero en su horizonte está reemplazar a su jefe. Sin embargo, los medios comienzan a hacer denuncias de irregularidades que salpican a su círculo cercano. Hasta que su nombre aparece y todos aquellos que le abrían las puertas empiezan a cerrárselas y a evitarlo: de político estrella a indeseable. Solo contra todos (contra un sistema perverso que se blinda) iniciará un intenso, vertiginoso y cada vez más peligroso raid para salir lo más airoso posible.

Sorogoyen es un narrador virtuoso, con una sólida puesta en escena y creador de sofisticados planos secuencia, pero tiene en el caso de El reino de la corrupción dos problemas: el uso abusivo de una música electrónica machacante para darle "nervio" al relato y una tendencia a explicar por demás (a subrayar) todo lo que en principio estaba sugerido. Es como si no confiara del todo en su talento como guionista y director (que lo tiene) ni tampoco en la inteligencia del espectador. De todas maneras, se trata de un thriller político (y también sobre el papel manipulador de ciertos medios) que se sigue con interés.