El recuento de los daños

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Oliveira Cézar comenzó dentro del cine argentino como directora con la discreta La Entrega hace unos años atrás. La película pasó como una más por la cartelera porteña, sin pena ni gloria. Pero ganó notoriedad gracias al interesante trabajo realizado en Como Pasan las Horas , una versión nacional de Madre e Hijo de Sokurov, con un trabajo fotográfico notable. Con Extranjera empezaría la transposición moderna de obras clásicas griegas. Esta se basaba en Ifigenia en Aulide de Eurípides. El Recuento… toma el mito de Edipo, pero esta vez se trata de un producto menor.

Un muchacho llega de Francia a un fábrica en el interior del país. En la ruta, tuvo un problema con su coche, lo que provocó que accidentalmente, otro auto se saliera de la banquina y se incendiara al costado del camino. Su ocupante, era el dueño de la fábrica, y el muchacho debe hacer la auditoría de cómo sacar la fábrica a flote, para que esta no tenga que cerrar. La viuda del dueño de la fábrica (Eva Bianco), al principio desconfía del joven que parece querer quitarle el poder, pero pronto terminarán teniendo una relación secreta, donde el hermano de ella, inspirará sospechas acerca del origen del muchacho, el verdadero origen.

El que conoce la obra de Sócrates entenderá todo desde el primer minuto. El problema de la película es que detrás de una puesta en escena demasiado prolija, una fotografía muy cuidada, excelente uso de los recursos fuera de campo y planos secuencia, la historia es muy vaga. No hay potencia dramática. El tono es demasiado austero y solemne. El clima denso no le juega a favor. Las actuaciones están demasiado controladas. La directora no permite (a excepción de Bianco que tras Los Labios, vuelve a brillar en el BAFICI) que los personajes respiren con identidad propia y el elenco cuasi desconocido hace lo que puede con ese control. Marcelo D’ Andrea como el hermano, es un personaje que empieza muy bien y siniestro, pero aparece completamente desaprovechado en el final.

Si vieron Dos Hermanos, donde Antonio Gasalla hace una histriónica y descomunal declamación del final de Edipo sabrán que el final de la obra es realmente muy potente. Ines de Oliveira Cézar decide suprimirlo de la película directamente, cometiendo el último grave error de esta película que podría haber sido mucho más interesante que lo que termina siendo. Demasiados temas mezclados (inclusive sobrevuele el fantasma de la dictadura) pero con poca profundidad narrativa. Una desilusión.