El Rati Horror Show

Crítica de Javier Porta Fouz - HiperCrítico

El Rati Horror Show, de Enrique Piñeyro. Piñeyro está interesado en varios males de la Argentina, males que tienen su origen en diversas corrupciones, defensas corporativas, ineficacias y estupideces. Piñeyro quiere cambios, y ya hizo tres películas “de denuncia”, además de muchas denuncias en la justicia. Whisky Romeo Zulu (2003) era una película de ficción basada en hechos reales. Fuerza Aérea Sociedad Anónima (2006) era un documental fuertemente didáctico, en el que Piñeyro se ponía en el lugar del docente, alguien que explicaba, y que demostraba grandes dotes para presentar y hacer atractivo un tema desconocido para la mayoría de la gente. Piñeyro pone el cuerpo, y pone su inteligencia de ciudadano cabal: se anima a denunciar, a declarar, a hacer películas para mejorar el mundo. En El Rati Horror Show nos mete de lleno –con genuino sentido narrativo, basado en el planteo de múltiples intrigas y su resolución mediante variados despliegues informativos–, en un caso policial y judicial impactante: corrupción, flagrante manipulación de pruebas, y otras calamidades (no conviene adelantar más porque la película está estructurada con múltiples e impresionantes revelaciones a medida que se va profundizando en el caso). Piñeyro es un hombre renacentista: activista, piloto profesional, médico, productor, director, actor, polemista. Piñeyro, en El Rati Horror Show, se pone otra vez en el centro de la escena, despliega computadoras, chiches, tecnológicos, efectos especiales, pruebas, contrapruebas, y hasta reflexiona sobre el sonido de las balas en el cine y su impacto. Vemos el backstage de la producción, Piñeyro comenta, manipula muñecos, nos guía por los caminos de la justicia, o más bien por los de la injusticia. Para Piñeyro, la corrupción es una de las encarnaciones más nefastas y dañinas de la estupidez, y la estupidez lo indigna. La omnipresencia de Piñeyro irrita a algunos críticos y espectadores. También Nanni Moretti irrita a unos cuantos. Por mi parte, creo que los mazazos cívicos que pegan Moretti y Piñeyro (Piñeyro también es un sardónico humorista político), desde su presencia y su ego, son algunas de las mejores encarnaciones de la resbaladiza noción de “cine necesario”.