El Rati Horror Show

Crítica de Andrea Migliani - Puesta en escena

El rati horror show o Enrique Piñeyro el justiciero

Que Enrique Piñeyro sabe usar la cámara para hacer foco en esas cuestiones dolorosas y veladas que en la Argentina son el pan de cada día, no es una novedad. Que en Whisky, Romeo, Zulu y Fuerza Aérea S. A. fue efectivo, tampoco. Ya que salido de la entraña misma de un sistema que conoce muy bien en sus caras, como piloto y como médico, logró retratar las aberraciones de la tragedia de LAPA y las incompetencias jurídicas que por vivir en medio de un caos judicial, en el que un juez inicia una causa porque le faltó del escritorio su especial de jamón y queso, son harto conocidas.

La historia es esta, en el año 2005 un patrullero encubierto persigue y balea a un sujeto al que luego le imputa varios crímenes. Este va a parar a la cárcel y la película desanda el camino de las arbitrariedades policiales de las que la comisaria 34 de Pompeya es sinécdoque de casi todas.

Pero El Rati Horror Show aspira a algo más arduo y es la exhibición de una historia individual y aunque los casos de gatillo fácil, las balaceras nunca esclarecidas y el propio caso de Fernando Carrera sea un emblemático muestreo de lo viciadas de nulidad que están muchas causas en nuestro país, ni la historia de los hechos, ni los vejámenes sufridos por Carrera en su injusta encarcelación, alcanzan a conmover o promover a reflexión. A una reflexión que vaya más allá de lo inmediato.

¿Será que uno espera otra cosa de Piñeyro sabiendo que tiene los medios para hacerlo? ¿Será que de a poco todos sabemos cómo entre las fuerzas del orden y los medios arman causas y fabrican culpables o víctimas? No hay día en no asistamos a un nuevo fraude…

Lo cierto es que hay una buena exposición de la historia, un suspense que desde el inicio señala a Carrera como un facineroso y una demostración de todas y cada una de las calamidades de la causa que todavía tiene a Fernando Carrera entre las rejas sabiendo que se presume inocente.

También es cierto que hay un gran uso de la cosa tecnológica y un abuso de la imagen en cámara del director que pontifica y sabe todo y llega a provocar cierta molestia porque de paternalismos estamos todos cansados. No obstante para los amantes del género denuncia, puede ser una elección óptima ya que como maestro ciruela, Piñeyro explica todo sin dejar ni un solo cabo suelto. Cuando la película se exhibió en el BAFICI esta publicación no se hallaba on line, pero si hay algo que queda claro es que independiente es sólo aquel que tiene dinero, mucho dinero para buscar justicia o hacer cine cuando los demás arman cooperativas.