El precio de un hombre

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Vincent Lindon, intérprete ideal de un duro film

El título "El precio de un hombre" ya se usó entre nosotros para un western con James Stewart y otro con Thomas Milian, un policial con Victor Mature y otro con Harvey Keitel jovencito y ya con cara de loco, y quién sabe para qué otra película que se nos escapa. No es muy original que digamos, pero se justifica bastante. El título original es "La loi du marché, la ley del mercado, y en el mercado, según dicen, todo tiene precio.

Para el caso, el hombre es un laburante de 51 años que lleva buen tiempo en la vía, con mujer e hijo discapacitado, pocas pulgas y muy pocos amigos. De hecho, se niega a la acción conjunta con viejos compañeros en sus mismas condiciones. Se corta solo. Tras algunos episodios de diversa índole, cae en un supermercado. Su cara de perro desdeñoso lo hace ideal para el puesto de personal de seguridad. Poca cosa para alguien que supo ser obrero especializado, y no lo echaron por malo sino porque salía más barato comprarle a los chinos. Poca cosa también van a ser los rateros que caigan descubiertos. Él no necesita levantar la mano. Le basta estar presente como apoyo del jefe, que acorrala inquisitorialmente a la víctima hasta hacerla bolsa.

El precio es perder la piedad, la cancha y hasta el compañerismo, si por ahí una cajera quiso ayudar a un jubilado "olvidando" marcar un precio, o cosa por el estilo. Él cumple su trabajo. Fuertes, las escenas de acoso a rateros o desleales, sostenidas por diálogos intensos y rostros que se van destrozando sin salida. Muy fuerte el desenlace de uno de esos casos, rematado por la hipocresía del jefe de personal. Tierna y paciente, en cambio, la relación con el hijo discapacitado. Así es la vida, muchas veces.

Vincent Lindon protagoniza la historia. Figura ideal para esa clase de papeles de hombre común endurecido a lo Jean Gabin, con una pizca de corazón allá en el fondo. Lo hemos visto ya en otras dos del mismo director, Stephane Brizé: "Une affaire d' amour" (Mademoiselle Chambon) y "Algunas horas de primavera", buenas las dos, terrible la segunda. Acá lo acompañan varios artistas de reparto, como Françoise Anselmi, Christian Watrin, Sakina Toilibou (tres de los que caerán en desgracia), tan buenos que en el Festival Internacional de Denver el premio especial del jurado fue para todo el elenco. Película dura, muy realista, a veces con más tensión que los westerns y policiales antedichos. Pero la mejor de Brizé sigue siendo una con Patrick Chesnais, "Je ne suis pas là pour être aimé, no estoy ahí para que me quieran, que tiene unos tangos buenísimos.