El pequeño vampiro

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Producción animada europea que repite algunas fórmulas, pero construida con personajes queribles y a pura honestidad.

El carretel de los vampiros sigue teniendo kilómetros y kilómetros de hilo para cortar, también en materia de cine infantil. Un par de años después de Hotel Transylvania 2 (y poco antes de la tercera entrega de esa saga) llega otro título protagonizado por una familia de chupasangres llamado El pequeño vampiro.

Basado en los personajes de las novelas de Angela Sommer-Bodenburg, el film de Chris Brouwer y Richard Claus tiene a los que quizá sean los vampiros más buenos del mundo. Tan buenos son que no saben cómo defenderse de un malvado cazador dispuesto a todo para encerrarlos, cosa que ocurre durante una reunión por el cumpleaños número 13 de Rudolph. El pequeño deberá salvar a los suyos mientras es perseguido por su enemigo. Para eso contará con la ayuda de Tony, un humano de su misma edad fascinado por los mundos de ultratumba.

Sin la estridencia habitual de Hollywood (se trata de una coproducción enteramente europea), el film es un relato de aventuras sobre la amistad con varios lugares comunes y hecho a pura fórmula, pero también con una sentida honestidad para ver al público infantil a la cara.

Pequeña, clásica, con personajes sumamente queribles, incluidos los “malos”, El pequeño vampiro oculta sus imperfecciones cuando se ve con los ojos de los chicos que alguna vez fuimos.