El pasado

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

¿Debo irme o debo quedarme?

Tras ganar el Oscar al mejor film extranjero con La separación, el iraní Asghar Farhadi se arriesgó a rodar en Francia (y en francés) El pasado, película protagonizada por la argentina Bérénice Bejo (El artista) y Tahar Rahim (Un profeta). Más allá de un desenlace que no es del todo convincente, el resultado de esta incursión europea de Farhadi (como la que ya había hecho su compatriota Abbas Kiarostami en Copia certificada) lo mantiene como uno de los directores más inteligentes, precisos y profundos del panorama actual.

Como en La separación, el eje de El pasado es un proceso de divorcio con varios enigmas por resolver, aunque en un contexto muy diferente. Ahmad (Ali Mosaffa) llega a París desde Teherán para sellar ante un juez el fin de su matrimonio con Marie (Bejo, mejor actriz en Cannes 2013 por este trabajo), a quien no ve desde hace cuatro años. Al poco tiempo, se enterará de que ella está en pareja con y embarazada de Samir (Rahim), quien a su vez tiene a su esposa en un coma irreversible tras un intento de suicidio ¿Más complicaciones? Marie vive con dos hijas de diferentes padres (una de ellas una adolescente muy conflictuada) y con el pequeño y díscolo hijo de Samir.

En la interacción entre estos seis personajes, Farhadi construye un rompecabezas emocional no exento de sorpresivas revelaciones que llevan a cada uno de ellos a tomar todo el tiempo decisiones muy difíciles ligadas al dilema central: ser fieles al pasado o abandonar esa lucha y moverse hacia el futuro. Aunque por momentos (sobre todo, al final) la película para demasiado “escrita” y “calculada” (y en la última media hora pierde bastante el eje al acumular demasiados elementos), el melodrama familiar está trabajado con esa capacidad de observación, esa sensibilidad y esa agudeza tan infrecuentes en el cine de hoy y que constituyen la marca de fábrica del creador de About Elly.

Como pocas veces, el espectador puede entender la historia desde el punto de vista de cada uno de los protagonistas y empatizar con todos ellos. Los intérpretes (incluso los niños) están impecablemente dirigidos por un director que, aún cuando no alcance la cumbre de su obra, siempre entrega mucho material para el análisis y el disfrute cinéfilo.