El otro lado del éxito

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

La batalla del tiempo

El tiempo, ese movimiento irrefrenable y lineal, desde el pasado hacia el futuro donde el presente inasible sucumbe constantemente. En El otro lado del éxito el ahora es la presencia espectral y cautivante de Kristen Stewart, quien se encuentra en medio de la tensión inevitable entre el pasado (Juliette Binoche) y el evidente futuro que representa Chloë Grace Moretz. Esta interpretación simple o –también- este trazo grueso está presente en toda la película de Olivier Assayas, pero insertado con talento en un mar de sutilezas que dan la apariencia de apenas sugerir.

BINOCHE

Francia es un pueblo obsesionado con el tiempo en sus diferentes formas. Desde la melancolía que Woody Allen le pide prestada al Hemingway de París era una fiesta para Medianoche en Paris, a las medidas desesperadas en las que tuvo que caer Marcel Proust para recobrar su tiempo perdido, pasando por lo que sea que haya querido decir Sartre. Francia ha querido adueñarse del tiempo. Maria Enders la actriz de edad madura que interpreta Juliette Binoche está enfrentando en primera línea el fin de su época. Va a interpretar luego de 20 años el papel del pasado en una obra que la consagró en su juventud interpretando, obviamente, al futuro. Desde esta premisa, Assayas despliega una serie de alegorías y reflejos que dialogan con los diferentes moldes en los que puede encontrarse la forma del tiempo. La muerte de Wilhelm Melchior, escritor de la obra que interpreta la protagonista, consecuencia fundamental del tiempo; el ciclo de la serpiente de nubes en Sils Maria, fenómeno extraño y eterno; referencias e intromisiones que van engrosando de capas y complejidad el tema de la película que es más bien fríamente simple.

STEWART Y MORETZ

Estados Unidos, el pueblo que posee el tiempo, al menos durante algunas décadas ha sido presente y futuro a la fuerza e indiscutible. Valentine, la asistenta de Maria Enders interpretada por una muy interesante, o digámoslo, brillante Kristen Stewart, es durante casi todo el film el presente. El contrapunto de su relación con el personaje de Binoche es uno de los momentos más altos de El otro lado del éxito. Una relación enfermiza, dependiente y destructiva disfrazada de amistad relajada y abierta. Aquí aparecen los diálogos sobre cine y arte, que despliegan lo que tiene para decir Assayas, a quien podríamos acusarle de caer en algún lugar común, pero quien también nos demuestra su total autoconciencia en algún dialogo en una noche de casino y bebidas.

Y aparece Jo-Ann Ellis (una quizás demasiado convencional Chloë Moretz) la joven súper-estrella que quiere ser tomada en serio, y que va a interpretar el personaje que Enders hizo hace 20 años. El único movimiento posible para Valentine es admirarla e idealizarla, Ellis es lo que viene y deviene. Para María Enders y para todos nosotros queda la aceptación de la derrota.