El oso Yogi

Crítica de Ricardo Luque - La Capital

Travesuras al aire libre

El cine en 3D, la gran esperanza de Hollywood, parece haber encontrado el rumbo. Después de coquetear con las grandes producciones, con buenos dividendos como en el caso de “Avatar”, se enfocó en las producciones de animación que, hasta ahora, han mostrado ser las que mejor pueden aprovechar los recursos que ofrece la nueva tecnología. Es más, la industria hizo foco en las películas dirigidas a los niños, sobre todo, a los más pequeños. “El oso Yogi” se inscribe en esa tendencia: es una película que pretende, con gran despliegue visual y una historia de corte ecologista, captar la atención de los niños. Poco y nada queda del Oso que hizo las delicias de los niños de ayer en la televisión. Y no podría ser de otra manera, si en la nueva versión hasta perdió la “u” de su nombre de pila. Ya no es Yogui sino Yogi. El resto si es chico, muy chico, divierte, sino no.