El origen

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

¿Este es el material del que están hechos los sueños?

Probablemente el sueño de Christopher Nolan sea dirigir una película de Bond, James Bond. Si uno espera una película onírica, al estilo de Cronenberg o Lynch, mejor que consiga la obra maestra de la década pasada, El camino de los sueños (también conocida como Mullholand Dr.). El origen no va tanto sobre eso, sino que es un rejunte de lo que más le gusta a Nolan: gente linda con trajes caros, disparando cuanta arma esté a su alcance, en intricandos montajes que seguramente recordarán a Memento. Algunas secuencias están sumamente estilizadas, y no es casualidad que esas mismas sean participes de un montaje paralelo que demuestra lo bien que el director controla la tensión.
Leonardo DiCaprio es Cobb, un ladrón en sueños (y se podría decir de sueños), cuyo pasado retorcido nos recuerda mucho a La isla siniestra (y el psique du rol de psicótico es el mismo que viene perfeccionando desde Los infiltrados). Un personaje indudablemente ligado al desmemoriado Leonard. Sólo que aquí él guarda un secreto, y nosotros somos lo que carecemos de información. Él tiene que hacer un último trabajo para un poderoso empresario de rasgos orientales (Ken Watanabe, el primero de la troupe actoral a la que recurre el director) que conlleva armar un grupo de profesionales: un imitador, un químico, una arquitecta y un viejo compañero. La dinámica del equipo es funcional para algunos momentos cómicos, pero no hay demasiada exploración en el funcionamiento del mismo. Uno supone que la arquitecta (la jovencita Ellen Page) será motivo de interés para Cobb, e incluso parece sugerirlo una secuencia donde su subconsciente la ataca. Pero no: solamente ella está para ocupar el lugar del espectador y que se pueda explicar el funcionamiento de los sueños.
Básicamente, es un mundo à la Matrix (incluso se "conectan" de un modo muy similar) donde cada uno cumple un rol fundamental. La arquitecta debe ser la que recrea esos mundos. ¿Son vitales para el desarrollo de la trama? No, principalmente el último escenario, que es un homenaje gigantesco a 007 al Servicio Secreto de su Majestad (con algunos planos idénticos). Previamente se nos había inducido a la idea del laberinto, de lo imposible y arbitrario. Pero en cuanto al laberinto, sólo aparece en un dibujo. La manipulación del mundo artificial es poca (solamente se dobla un edificio que tampoco es importante para el desarrollo de la película).
Hay algunas secuencias que valen la pena, y entre ellas, una donde Arthur (Joseph Gordon-Levitt, de (500) Días con ella) tiene una pelea que desafía las leyes físicas. La banda sonora de Hans Zimmer hace más importante el momento (para los que odiaban la estridencia en El caballero de la noche: acá se multiplica hasta la irritación). La estética de Nolan/Pfister (el director de fotografía) recicla ideas pasadas (y por eso me sigue pareciendo menos impresionante que en El caballero de la noche) aún cuando se hacía el autobombo con "la arquitectura de la mente". Eso sí, las explosiones en slow-mo quedan bárbaras. En la era HD Bruce Willis quedaría desubicado corriendo descalzo y en musculosa, y los protagonistas bien peinados/vestidos, de El origen, no. No por nada el summum incluye los momentos mejor logrados (el frío metal de la urbe, la calidez de un hotel sofisticado y la pureza del frío polar). Nada es estética per se: cada escenerio, cada toma está pensada y repensada. Aún con sus fallas, El origen le gana por goleada a la mayoría de los summer blockbusters contemporáneos (¿alguien dijo Michael Bay?)
Quedará en cada uno comparar la película con la obra de Borges (yo lo hago con Vértigo de Hitchcock y Las ruinas circulares, la idea de la repetición infinita) por mi parte, veo a El origen como el festín de acción de Nolan. Que en segundas o terceras visiones se enriquezca no hace más que hablar de lo buena que es. Ahora, si para justificar la calidad uno tiene que buscar elementos que no están la película, significa que es mala. El origen es buena, en sus propios términos. Quien espere vivir un sueño, quizás salga un poco decepcionado.
Lamentablemente, la película sufre de algunos de los males del director que parecían aplacados. Está la (sobre)explicación (aquí más larga y tediosa que otras veces) y la redundancia (en diálogos que parecen totalmente falsos). ¿Se acuerdan como al final de El gran truco se repetía la idea principal con la voz en off de Michael Caine? Bueno, acá sucede algo parecido (de hecho, en las películas anteriores del director pasa lo mismo). Scorsese decía en una entrevista con Laurent Tirard, que un director nunca debe caer en el error de explicar el título al final de una película. Incluso, como todo parece más complejo, Nolan siente la necesidad de poner en boca de sus personajes varias veces palabras como "subconsciente". Por momento me pareció un poco pocket Freud pero bueno, uno lo soporta.
Entre tanta metatextualidad (El ciudadano, El padrino, 2001: Una odisea del espacio y más) no se pueden evitar las comparaciones con dos películas de acción y oníricias recientes: Matrix (bueno, no tan reciente) y Avatar. Raramente, El origen hace que valore más esta última. Por su simplicidad Avatar consigue ser un poco más poética (¡increíble!). Las posibilidades de mundos paralelos, mundos artificiales o mundos dentro de otros mundos son temas que en definitiva hablan del cine mismo. Escapes de una realidad tormentosa. Neo era un hacker ninguneado, Jake Sully un discapcitado y ahora Cobbs trata de soñar para olvidar su propia realidad. O no: quizás trata de dejar de soñar, y allí es donde se vuelve más interesante la película. La idea de la paradoja, del laberinto (en inglés se diferencia maze de labyrinth: mientras que el primero tiene principio y fin, el segundo lleva a un centro único que guarda una sorpresa, un tipo de elevación espíritual) que cobija El origen.
Que quede algo claro: El origen es una muy buena película. No revolucionará el cine, pero tiene mucho afecto por él. La idea del trompo que gira y no se detiene (e indica cuando se está en un sueño) se refiere al cine y al espectador. Si el movimiento cesa, es la realidad. Si es la realidad, no es el cine que es lo sorprendente, lo fantástico, lo deslumbrante. En La isla siniestra, el protagonista prefería lo fantástico antes que lo real. Acá bueno... mejor vayan a verla.