El origen

Crítica de Nicolás Kusmin - Leedor.com

Soñar, Soñar

“El Mundo no es real todavía, el tiempo duda. Sólo es cierto, el calor de tu piel”. Octavio Paz.

Llegó el día. Se estrena una de las mejores películas de año. ¡Christopher Nolan lo hizo de nuevo! El hacedor de éxitos como “Batman, el caballero de la noche” y “Memento”, con sólo 40 años logra llevar al límite de lo posible el cine de acción con ribetes psicológicos.

Confeso admirador de Jorge Luis Borges, Nolan cual un cuento del fantástico escritor argentino -de hecho en un momento uno de los protagonistas desea escapar por un tiempo a la mismísima Buenos Aires- logra convertir en imágenes situaciones muy cercanas a los relatos fantásticos que tanto Borges como Adolfo Bioy Casares plasmaron en muchos de sus relatos.

Dom Cobb (Leonardo Di Caprio) es el líder de un grupo de investigadores que insertan una idea en el subconsciente de un tercero, para sacar información clave. Son parte de una organización –una de las tantas que existen– para ello cuentan con arquitectos que diseñan esa realidad paralela para adaptarla a los requerimientos del sueño. Es aquí donde la factura de la película logra sus mejores momentos. Una París, desdoblada, un puente infinito por el enfrentamiento de espejos, ciudades inmensas abandonadas por el paso del tiempo y la falta de gravedad son sólo algunas de las genialidades del film.

Pero, entonces, ¿cuál es la realidad, y cuál es el sueño? En esto “El Origen” dialoga con la saga “Matrix”, aunque la supera ya que logra en 148 minutos llegar a un todo (a veces asfixiante y desmesurado, pero superior al fin) como Borges lo lograba en un relato largo, ya que jamás escribió una novela.

El Amor.

Entre tanta acción y espionaje, no podía faltar el amor. Siempre presente en el cine de Nolan. En “Memento” todo iba hacia atrás por la muerte de una mujer, en “El Gran Truco” un triángulo amoroso, y qué decir de la saga “Batman”, con Bruce Wayne haciendo todo por defender a su amada.

Aquí Marion Cotillard, la actriz ganadora del Oscar por la “La Vie en Rose”, como mujer de Cobb aparece como lo deseado y lo eterno. Nuevamente Borges: “Todo estado perdurable es como el infierno. Si el paraíso fuese eterno, también sería como el infierno”.

¿Hasta qué punto un sueño, dentro de otro y así sucesivamente, pueden controlarse? ¿Cómo el trauma de Cobb puede influir en los sueños ajenos?

Di Caprio, como lo demostró en “La Isla Siniestra” este año y unos años antes en “Los Infiltrados” ambas de Martin Scorsese, logra moldear un personaje lleno de complejidades, siempre al borde de la cornisa emocional. Lo secundan: Ellen Page, de “La Joven Vida de Juno” como la nueva arquitecta, Ken Watanabe, Cillian Murphy y el siempre presente Michael Caine, entre otros.

Puede mencionarse como “fallas” del monumental proyecto, la sobre-explicación de ciertas situaciones, en esto “El Gran Truco” era más sutil, y la catarata de información que vierte Nolan al espectador. El que se pierda algo, puede hundirse en un “limbo” del que difícilmente pueda escapar.

Para el final Christopher Nolan se reserva un último bocado de su festín cinematográfico. Pero a no olvidar, él es el arquitecto máximo de sus propios sueños de celuloide.