El origen de la tristeza

Crítica de Guillermo Colantonio - Fancinema

UNA SUMA DE DECISIONES EQUIVOCADAS

Una decepción, eso es El origen de la tristeza. Estaba todo preparado para lo que podía ser un atractivo film: la gran novela escrita por Pablo Ramos, los pibes que actuaron, el director y el productor, dos tipos humildes y con buenas intenciones, pero lamentablemente la película no funciona.

Lo llamativo es que el propio escritor participó del guión y sin embargo la esperada conexión entre el campo literario y el cinematográfico nunca aparece. La historia está focalizada en un grupo de chicos que vive en Sarandí con las dificultades sociales y familiares que atraviesan en la edad en que los juegos dejan de ser tales para convertirse en rituales adultos. En esa premisa había un enorme potencial, sustentado en lo que ya estaba presente en el libro original y que podía reconvertirse en el film.

Sin embargo, dos decisiones resienten notablemente el resultado final de El origen de la tristeza. La primera de ellas, el uso de una insistente y eventualmente redundante voz en off que marca el recuerdo del Gavilán, el protagonista. Lejos de ser un recurso complementario y mesurado, provoca un lastre literario permanente que incluso reitera y subraya lo visto. La segunda es la música omnipresente que no da respiro y condiciona las situaciones como las imágenes. Al respecto de esto último, hay un exceso de saturación en los colores que arruina los que podrían haber sido los mejores momentos, desaprovechando con una estética fragmentada de videoclip la naturalidad inherente de los niños protagonistas.

Todo el peso dramático de la novela de Ramos, la relación con los padres y el mejor episodio están ausentes en esta adaptación. El origen de la tristeza no agrega nada significativo ni expande las virtudes del relato de origen. Una lástima.