El ojo del tiburón

Crítica de Diego Lerer - Otros Cines

Ritos de pasaje

Este documental de observación dirigido por Alejo Hoijman (el mismo de Unidad 25, premiada en el BAFICI) se centra en la vida de Maicol y Bryan, dos adolescentes que viven en una isla remota y selvática, en el medio del Caribe nicaragüense. La película muestra su vida cotidiana –sus conversaciones, su trabajo, sus relaciones familiares y sus amistades– en un relato que expone el choque entre las tradiciones del lugar (la pesca, básicamente) y la modernidad, que se hace presente en las charlas sobre estrellas pop, los smartphones y la posibilidad –al parecer, bastante certera– de que una de las pocas salidas laborales del lugar sea por la vía del narcotráfico.

Pero, básicamente, El ojo del tiburón –galardonada en los festivales de Roma y Cartagena– es la historia de una serie de “ritos de pasaje”, aquellos que van de la infancia/adolescencia a la adultez a través de estos dos personajes, amigos inseparables, que deben enfrentarse a las realidades del mundo mientras empiezan a abandonar la inocencia de los primeros años de sus vidas. Hoijman los observa y los “deja ser” a lo largo de un bello retrato que sorprende por su llamativo nivel de intimidad y su comprensión cabal de las ambigüedades de la vida en un lugar así.