El muñeco de nieve

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Una vez más Alfredson reafirma su destreza como narrador.
La nieve cae en copos fundiéndose de forma orgánica con el paisaje. La arquitectura imponente de la ciudad de Oslo, que combina tradición y modernidad en sus edificios, genera un halo de extrañamiento, casi surrealista. Acompaña esta sensación la buena economía del lugar y, su cuidadosa organización social, aspectos que ayudan a que los índices de criminalidad sean muy bajos.

Y en este contexto hace su aparición el detective Harry Hole (Michael Fassbender), quien con sus severos problemas de alcoholismo, y personales, viene a contrarrestar tanta pulcritud blanca. Harry es “El” detective, inclusive sus casos son estudiados entre los alumnos aspirantes a policías. El día que Hole recibe una misteriosa carta, aparece en el destacamento la oficial Katrine (Rebecca Ferguson), a la que se unirá para seguir el caso de una mujer desaparecida.

Tras recabar diversas pistas, descubrirán que no es un caso aislado, sino obra de un asesino serial obsesionado con mujeres que son infelices en su matrimonio. Sus crímenes son impiadosos y tan asépticos como el propio clima que los rodea. Por supuesto que el detalle de su “firma”, de su obra maquiavélica, es un muñeco de nieve.

Basada en el séptimo libro de la saga de policiales de Jo Nesbø, El Muñeco de Nieve es una película de suspense elaborada con una precisión quirúrgica. Alfredson esparce sobre la mesa cientos de motivos y pistas, construyendo con estos recursos un nervio narrativo sutil y minucioso. Es evidente que el sueco sabe manipular la tensión con maestría.

Elabora un entramado complejo en el que entran juego tanto la investigación policial como los dramas familiares. A través de este proceso, con estos aspectos que van en tándem, los agentes parecen exorcizar sus tormentos. Conforme están cubiertas las necesidades básicas, la histeria humana se torna más retorcida, muta en fobias, obsesiones o en problemas ligados al desamor, como es el caso de la película.

Alternando más de un punto de vista y con unas actuaciones notables, El muñeco de nieve logra nutrir el suspenso y deconstruir con pulcritud aspectos metodológicos y emocionales. El problema surge cuando ante tantos indicios y subtramas que ostenta la historia, el desenlace resulta previsible, exiguo e inconsistente. Justo en este momento del film, ese muñeco de nieve que parecía compacto o sólido, se derrite, se evapora, hace agua.