El Motoarrebatador

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Dos personas montan una moto y observan a la distancia cómo una veterana mujer saca plata de un cajero automático. Cuando sale, uno de ellos trata de quitarle la cartera, pero la señora no la suelta y comienza a ser arrastrada a toda velocidad hasta que queda tirada sobre el asfalto. Los ladrones van hasta un basurero ubicado en las afueras de la ciudad de Tucumán, buscan la billetera y se dividen el botín. Sin embargo, uno se quedará también con el documento de la víctima. Así, con una secuencia poderosa y brutal, comienza El motoarrebatador.

El conductor de la moto es Miguel (Sergio Prina), separado (se lleva bastante mal con su ex pareja, aunque de vez en cuando tienen algún encuentro sexual) y padre de un chico de 11 años al que ve a lo sumo un par de días a la semana, que se gana la vida con ese tipo de robos en una ciudad como la de Tucumán que está en estado de caos por una huelga de policías y una seguidilla de saqueos. Es decir, el contexto ideal para todo tipo de robos.

Pero a Miguel el arrebato le resultó demasiado violento y -dominado por la culpa- acude al hospital y descubre que Elena (Liliana Juárez) ha quedado con amnesia casi total. Así, sigue visitándola todos los días haciéndose pasar por un familiar (el único que la acompaña hasta que aparece una vecina interpretada por Mirella Pascual). ¿Encontrará en ese engaño, en esa mentira piadosa, una forma de ayudar, de redimirse, de tener una segunda oportunidad? Ese es el planteo moral que está en el corazón de un film que describe la progresiva degradación, un descenso a los infiernos personales de un victimario que es también víctima del estado de las cosas en una Tucumán tensionada y agobiante.

Con un registro que por momento remite al cine de los hermanos Dardenne y en otros al de Pedro Almodóvar (por los equívocos propios de la amnesia), y con un impecable elenco de actores tucumanos con los que Toscano viene trabajando desde hace tiempo también en teatro, El motoarrebatador resulta una potente, contradictoria, provocativa, incómoda y al mismo tiempo estimulante combinación entre tragicomedia y thriller psicológico con familias escindidas y crisis afectivas en medio de esos fuertes conflictos sociales. Un acercamiento a la angustia existencial y a la candente problemática de la inseguridad sin estigmas ni prejuicios y con una bienvenida mirada humanista.