El molino y la cruz

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Un cuadro con vida propia

Interpretar un arte desde otro, conjugar sus semejanzas y expandir sus límites es lo que Lech Majewski propone y consigue en El molino y la cruz , con el que ingresa en la pintura La procesión hacia el calvario , de Pieter Bruegel.

Si hay alguna otra película a la que pueda emparentarse, ésa es El arca rusa , de Alexander Sokurov: tienen un imponente tratamiento visual, que en el caso del filme que se estrena hoy hace imprescindible su visión en un cine.

Lo que narran las pinceladas es la crucifixión de Jesús, y lo que Bruegel ilustra es también la ocupación española en el siglo XVI en su tierra. Explicar el arte, o una pintura en particular desde una película puede parecer pretencioso. Pero la manera en que el director polaco logra plasmar en imágenes, lo descarta. El filme va más allá de ser una guía visual y auditiva del cuadro.

Bruegel, considerado uno de los grandes de la pintura flamenca, es interpretado por Rutger Hauer, con quien varias veces dialoga el mecenas Nicolaes Jonghelinck, rico señor burgués que encarna Michael York. El propio pintor explica las metáforas y significados de su pintura, donde el molinero en lo alto de una enorme roca es Dios, moliendo el pan de la vida y el destino.

Los paneos “internos” sobre los personajes en la pintura, como deteniendo la acción y metiéndose en un fragmento del cuadro, que combina actores con proyección en blue screen, curiosamente le otorgan credibilidad al relato.

Hay mucha crueldad en la trama, pero allí andan también en su ambiente rural los niños jugueteando como si nada. El mismo Bruegel comenta que lo que sucedía alrededor de El Salvador, como llama a Jesús, pasó inadvertido para muchos. Simón, Ester y la Virgen María (Charlotte Rampling) pasan en el óleo entre “el camino de la vida y el camino de la muerte”, según la boca de Bruegel/Hauer.

Al pintor le interesaba sobremanera captar la atención del espectador, algo que en este atrapante juego de experimentación artística es fácil involucrarse. No hay muchas películas como ésta en la cartelera de los cines. Ni ahora ni casi nunca: conviene zambullirse a disfrutarla.