El mejor de nosotros

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Una pesadilla sin salida

Pese a que emprender un retorno a los orígenes resulta casi siempre saludable como viaje interior e introspectivo, también puede ocurrir que se convierta en una pesadilla sin salida.

Es aquello que le ocurre a Adrián (Balza), tratando de reubicarse en el pueblo tucumano donde nació y vivió aventuras con sus cuatro amigos de confianza. Pero el hoy no es alentador: uno de ellos (Teruel) muere supuestamente por la acción de la policía y otros dos trabajan para el mafioso del lugar, en tanto, el personaje central descubre que Rafael, quien también había partido, retorna al círculo de amigos ahora no tan altruista, convertido en la travesti Vanessa.
Con esos personajes y otros que también conviven entre la marginalidad y la supervivencia (una prostituta, la joven novia del muerto), El mejor de nosotros construye un mundo donde se acumulan desgracias y escenas donde el director Jorge Rocca aborda un mundo lumpen y fuera de la ley en un paisaje determinado que recuerda al de Un oso rojo de Caetano.
Entre trabajos actorales que obtienen cierta credibilidad (la travesti y la prostituta) y otros donde de inmediato se perciben ciertas dificultades, la película reflexiona sobre el pasado idílico de cinco amigos y un presente entre muertos, tiros, marginalidades y sospechas varias. Allí es donde se requería una mayor ambigüedad en el personaje central, que vacila en exceso con algunas líneas del guión que no lo favorecen y la decisión que debe tomar desde un presente poco venturoso y en medio del peligro.
Basada en Lanús, novela de Sergio Olguín, Tito es un personaje tan inquietante como el del recordado Manco que compusiera René Lavand en aquel film de Caetano.