El Lórax: en busca de la trúfula perdida

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Ecología animada

Al título original de esta película, Dr Seuss’ The Lorax, debe prestársele atención porque, cuando para el mercado argentino la bautizaron como El Lorax, dejaron de lado una información importante acerca del origen de la obra.

Dr. Seuss, nombre artístico de Theodor Seuss Geisel, fue un escritor de cuentos para niños y director de cortos animados que dejó huella en algunas generaciones de lectores norteamericanos. Autor entre otras de How de The Grinch stole Christmas (que en Argentina se conoció como El Grinch) u Horton y el mundo de los quien, se destacó también por tener claras posiciones políticas y sociales de compromiso con su país, algunas de las cuales quedaron plasmadas en sus obras.

La historia del Lorax, por ejemplo, es un alegato en contra de la explotación indiscriminada de los recursos naturales. El tema está disperso a lo largo del argumento. En éste, un niño llamado Ted desea cumplir el sueño de una chica para así ganarse su corazón. Ese sueño consiste en poseer un árbol verdadero, algo casi imposible en la ciudad que habitan, donde los gobernantes han hecho un culto de lo artificial y viven pensando en cómo alimentar la docilidad de la población.

Pero Ted desafía las reglas y cruza el límite urbano. Pronto se encontrará con un misterioso viejo, que le contará la historia del Lorax, y la de un mundo del pasado donde la naturaleza florecía y embellecía el paisaje.

Despegado del modelo Pixar tanto como del Dreamworks, y muy agradable de ver, el mundo animado de esta película resulta atractivo, aunque el relato no cierra tanto, y se lee por allí a algunos admiradores de Dr. Seuss diciendo que el autor fue bastante distorsionado por quienes lo filmaron.