El legado del diablo

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Si existe algo así como el cine de terror "de arte", El legado del diablo debería ser reivindicado como uno de sus mejores exponentes recientes junto con, por ejemplo, La bruja, de Robert Eggers. Es que esta ópera prima del guionista y director treintañero Ari Aster (estrenada en el último Festival de Sundance) tiene una puesta en escena tan virtuosa, una profundidad psicológica y un elenco tan notable que se desmarca por completo de los exponentes habituales de este género donde solo parece importar el impacto efímero y el golpe de efecto.

En la primera de sus dos horas, El legado del diablo apuesta sobre todo por el drama familiar con la descripción minuciosa de la dinámica cotidiana de un matrimonio integrado por Annie Graham (Toni Collette, extraordinaria), una artista que diseña objetos en miniatura para galerías de arte, y Steve (Gabriel Byrne), un terapeuta racional, contenido y algo distante, y sus dos hijos: el adolescente Peter (Alex Wolff), que no la pasa demasiado bien en el colegio secundario, y la más pequeña y muy tímida Charlie (Milly Shapiro), que carga con unos cuantos traumas. En ese arranque de la película muere la madre de Annie -una suerte de matriarca que ha incursionado en las ciencias ocultas- y, a partir de ese entonces, se irán sucediendo hechos sobrenaturales cada vez más intensos e inquietantes.

La película apuesta a recursos más propios de los clásicos del género de las décadas de 1960, 1970 y 1980 ( El bebé de Rosemary, El exorcista, La profecía, El resplandor) y a alguna vuelta de tuerca a-la- Sexto sentido (aquel exitoso film de M. Night Shyamalan, también con Toni Colette) que a la vertiente sádica y gore que se ha impuesto en los últimos años y que apreciamos en casi todos los estrenos de este rubro que llegan cada jueves.

En ese sentido, si bien tiene unos cuantos sustos reservados para el final, puede que El legado del diablo resulte un poco lenta y ardua para un público ávido de propuestas más efímeras y pasatistas. Los cinéfilos que buscan nuevos caminos dentro del terror, en cambio, estarán más que agradecidos con la que seguramente quedará como una de las auténticas revelaciones del año.