El juego de Ender

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Lo bueno tarda, pero vale la pena esperar

Un chico de 10 años bastante mala onda es la esperanza de la humanidad para defenderse de una invasión alienígena. La película se basa en la novela "Ender's Game" escrita en 1985 por Orson Scott Card en 1985, pero en un punto se parece un poco a "Starship Troopers" ("Invasion" de Paul Verhoeven, según la novela de Robert Heinlen), pero sin insectos gigantes del espacio exterior decididos a bombardear Buenos Aires. Lo que es peor, también se parecería mucho a "El último guerrero espacial" ("The last Starfigher" de Nick Castle), pero sin sentido del humor ni gráficas primitivas de computadoras, pero con un muy poco respetable Harrison Ford reemplazando al más querible Robert Preston de aquella película pionera de los efectos de computadora con un chico elegido para salvar al universo. A esto hay que sumar a un Ben Kingsley terriblemente serio y bien caracterizado.

Igual, sin bichos gigantes ni guerreros especiales de computadoras precarias pero queribles, en un punto todo el asunto de este juego tiene que ver con el universo homofóbico, pero por otro lado lleno de tensión homoerótica característica del universo de Orson Scott Card, aunque hay que destacar que en la adaptación de Gavin Hood hay más tensión homoerótica que otra cosa, apenas acentuando un poco más esos detalles tíícos de todo film sobre academias militares, en especial, futuristas con discípulos de Harrison Ford.

Lo cierto es que la película tarda bastante en despegar, pero cuando explota, quema todos los cartuchos y se redime por todas su fallas previas. El último acto de "El juego de Ender" es algo que ningún fan de la ciencia ficción querría perderse. Eso entendiendo que todos los actos previos son más o menos visibles, o perdibles, según como se lo quiera ver.