El (im)posible olvido

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

LO (IM)POSIBLE DE NOMBRAR

La búsqueda por recordar a un padre lleva a construir un relato que se compone por una división constante entre el pasado y el futuro. La división como fortaleza para nombrar aquello que no tiene nombre es lo que explora El (im)posible olvido.

Con un estilo completamente distinto podemos emparentar a El (im)posible olvido con 70 y pico por la búsqueda de desafiar la ficción y la “realidad”. Ambos directores llevan a cabo un documental sobre un aspecto de su vida que les permite hacer entrar en el juego de confusión entre la persona y el personaje. Este aspecto también hace posible que se pueda percibir a la “realidad” como construcción de un discurso. Y justamente permite ver cómo el discurso es lo que perdura ante lo efímero que se pierde.

La búsqueda de la división está dada ya por el título. No se elige hablar de lo “imposible” sino de lo “(im)posible”. De esta manera, accedemos a la posibilidad de lo que es y no es al mismo tiempo. Es imposible y posible a la vez. Es posible recordarlo pero sólo a través de un discurso que al momento de construirse ya está condicionando.

Los recuerdos inevitablemente se van trasformando, con el tiempo, por lo que vivimos. Pero existen recuerdos que engañosamente parecen perdurar iguales como las fotos, los videos, los escritos y los audios. Es engañoso pensar que no se modifican porque como “artefactos” o “cosas” permanecen igual. Cambia la percepción que se tiene de ellos y con esto necesariamente el significado. Pero independientemente de lo que son, ahora encierran también lo que fueron en ese momento. Nuevamente aparece la división.

El diario del niño Andrés es leído por el adulto Andrés y pareciera por momentos que está leyendo la vida de un extraño. Las fotografías y los demás recuerdos que lo involucran con su padre también entran en el mismo juego de lo conocido y desconocido a la vez.

Otra de las divisiones que aparece es la de padre-hijo. Andrés no sólo explora a su padre sino que también a medida que lo recuerda se construye como padre. Es así como se utiliza archivo de Andrés cuando era pequeño y un archivo más nuevo que muestra a los hijos de él.

Las divisiones que marcamos refuerzan y dan sentido al film. Permiten que lo único seguro sea que no hay nada seguro. Aquella foto que parece tan precisa se pone en tela de juicio y se muestra qué tan imprecisa es. Y de fondo, y no por eso menor, aparece el contexto del recuerdo, la desaparición del padre durante la última dictadura cívica militar. Esta manera de narrar lo sucedido permite reflexionar sobre otra arista de lo que sucedió en nuestro país.

El modo en el que se construye El (im)posible olvido hace posible que se puedan trasmitir las sensaciones que quedaron en la familia de Andrés luego de la desaparición, a que se mencione la ausencia, aunque esta mención esté dada por el silencio, por la incógnita y la duda. La película juega con lo que está y no está porque justamente los desaparecidos “no están ni vivos ni muertos”.