El hombre de acero

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Muchos podrán decir llegó el día; hace años que la dualidad eterna de los comics estadounidenses, Marvel Vs DC, se trasladó a la gran pantalla; y esta última se mantenía alto en la taquilla con el único personaje de Batman, en comparación con toda la catarata de la cuna de Stan Lee.
Por eso la expectativa era enorme, y lo primero que hay que decir es sí, "El hombre de acero" es la gran película que todos esperaban, y DC tiene todas las armas para defenderse nuevamente con otro gran personaje.
Luego de lo significó el fracaso en recaudaciones de "Superman Regresa" (no en matería artística, que creo es un film maravilloso pero fuera de época), la franquicia tuvo que replantearse nuevamente, y para eso contrataron a gente experta en el tema; el guión quedó a cargo de David S. Goyer, más la historia pensada y la producción de Christopher Nolan – para incautos, el equipo detrás de la última trilogía del murciélago – ya dan una idea de hacia dónde puede ir la película... y eso se cumple, estamos ante una historia más introspectiva, que busca analizar al personaje, así como se buscó al Bruce Wayne detrás de Batman, ahora se ve al Kal-El detrás de lo que va a ser Superman.
Pero hasta ahí llegan las comparaciones, las historias de ambos superhéroes son diferentes, y por lo tanto las películas si bien comparten puntos no son iguales. Lo primero que vemos es la debacle de Kriptón, el planeta origen del protagonista, en un largo e impresionante prólogo.

Un ambiente en agonía, el ambicioso General Zod (Michael Shannon) dispuesto a cualquier cosa para salvar a su población condenada, y Jor-El (Russell Crowe) que tiene otra idea, cree que la esperanza se encuentra en empezar de nuevo, en un mundo libre; por eso junto a su esposa engendraron el primer hijo nacido de parto natural en mucho tiempo y antes de que todo caiga lo enviarán a otro destino junto con el secreto para la salvación, el códice; claro ese niño es Kal-El y el destino es la Tierra.
Lo que quedará luego, es ver a Kal convertido en Clark Kent (Henry Cavill) que en sucesivos flashback recuerda su infancia rural con sus padres terrenales (Diane Lane y Kevin Costner) y constantemente lucha para que los humanos no descubran quién es realmente, lucha que también la lleva internamente. Siempre hay un momento de quiebre, y cuando una expedición, en la que se encuentra Lois Lane (Amy Adams), descubra la “guarida” elegida para esconder el templo de Kriptón, será momento de que Clark deje salir a Kal... más aún cuando Zod y los suyos se liberen de su prisión interestelar y caigan en nuestro planeta en busca de lo que es suyo, el códice, su coterráneo Kal-El, y claro un nuevo territorio para forjar su antiguo planeta.
La historia, acertadamente se hace varios planteos, pone el foco más que nunca en la figura de Kal-El/Superman como un Dios para la humanidad, y el debate será como lo afrontará aquel que no quiere serlo pero que cada vez siente más que debe serlo. El hombre de acero es una película de trama compleja, y a su vez completamente entretenida, sus 143 minutos pasan realmente volando, y eso se debe no solo a un guión atrapante, sino también a un efecto bombástico.

Detrás de cámara se ubica al probadísimo Zach Snyder, y eso se nota, las escenas de acción son tan estruendosas como claras y comprensibles, y no hay nada que ahorrarse hay un golpe de efecto cada diez minutos más o menos. Visualmente luce impecable, no hay dudas que estamos ante un film mayor, algo más que un simple pochoclero de temporada.
Otro acierto es su banda sonora acrecentando el espíritu místico y épico del relato de un modo constante, y engrandeciendo la idea de estar frente a una película enorme. Párrafo aparte para el cast actoral, quizás el mayor acierto de todos, Cavill tiene carisma para calzarse el traje, y Shannon, Crowe, Costner, Lane, y Adams enaltecen un elenco de lujo con grandes actuaciones. Si se la hila fino, encontrarán sus errores aquí y allá, pero no hay dudas que estamos frente a un film importante grande, hecho en serio, una verdadera aventura épica la cual parece que estamos solo frente al comienzo.