El Hobbit: La desolación de Smaug

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

Quienes hayan refunfuñado con la primera parte quejándose de que: a) se sentía demasiado estirada b) contenía escenas innecesarias como la de las canciones de los enanos y c) las batallas o situaciones de aventura no eran lo suficientemente emocionantes, se alegrarán al saber que esta segunda entrega poco tiene que ver con esos vicios que agobiaban a su predecesora. El Hobbit: La Desolación de Smaug no sólo es muy superior al anterior episodio (que de por sí tampoco fue malo, y de hecho era un producto más que entretenido y decente) sino que además es una muy buena película por sí misma. Ahora bien, para aquellos que ya tienen un concepto formado acerca de la calidad de estos films, o pueden pasar interminables horas explicando porque "la única saga que vale es la de Star Wars", el mejor consejo es: no la vean. Al resto de los mortales le conviene tener en cuenta que, al igual que como sucedió con la primera parte, El Hobbit fue filmada a 48 cuadros por segundo para conseguir una mayor nitidez y fluidez de imagen en su versión 3D. El resultado es notable y ésta es, sin dudas, la versión definitiva (así dispuso su director) y la más curiosa.

La historia retoma sobre sus pasos, apenas introduciendo un breve flashback a modo de "ayuda memoria" para el espectador, recordando rápidamente el porqué de la aventura. A partir de allí, nada de canciones ni chistes infantiles: batalla tras batalla el armamento de valientes enanos y el gran Bilbo deben enfrentarse a criaturas infernales (las arañas gigantes del bosque, los orcos sedientos de sangre y, especialmente, el feroz Smaug del título) y salir airosos de una misión en apariencia imposible: encontrar una aguja en un pajar, extraerla, robarla y todo esto sin despertar a la bestia que la cuida incansablemente.

Al igual que en Las Dos Torres, Jackson consigue justificar la prolongada duración de esta saga a través de momentos visualmente increíbles, y es por eso mismo que da la sensación que mientras que la anterior entrega fue una suerte de "prueba y error" (con múltiples problemas de producción, como la salida de Guillermo del Toro de la silla director), éste sin dudas es un producto más parejo, mejor concebido. Habrá que ver si el capítulo final adquiere el mismo buen resultado.