El gran río

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

El gran Black Doh

La película rosarina El gran río (2011) tiene su punto fuerte en el personaje principal Black Doh. Africano de nacimiento, llega a nuestras tierras escondido en un barco vietnamita, luego de pasar 27 días sin comer. Consigo trae un sueño, convertirse en cantante de rap. Entre el documental y el musical, la película de Rubén Plataneo trata el tema de la inmigración de un modo muy particular.

Black Doh vive en una pensión y cuenta a los amigos argentinos que ha sabido conseguir, la historia de su travesía en barco. Vende anillos en la peatonal de la ciudad de Rosario, y tiene más de una historia de sus familiares en África que compartir, a quienes la película recupera hacia el final.

Rubén Plataneo realiza un film sobre los puentes que arman las relaciones humanas. El gran río del título plantea una distancia pero también una unión, la alianza de seres provenientes de culturas distintas con objetivos en común. Relaciones que se construyen y redes que se fomentan. Plataneo logra un film humanista, donde el núcleo del relato son las relaciones de convivencia, supervivencia y sobre todo, solidaridad. Las fronteras no naturales de los países se borran mediante la música.

Este giro narrativo al típico relato de migraciones, le da un vuelco positivo, alegre y esperanzador a la clásica historia de maltratos sufridos por inmigrantes, aunque no están completamente ausentes en el relato. La música como el arte expresivo para exorcizar las penas, y la alegre personalidad de Black Doh, permiten al director contar la historia desde este costado más humanista. Guinea, país de origen del protagonista, se enlaza en la película con las experiencias musicales de Black Doh, llevando inscripta en las letras de sus canciones el relato de la odisea por su tierra natal. La cultura de ambos pueblos, el rosarino y guineano, queda ligada –y enlazada- a la impronta ancestral de cada región.

Sin embargo, el lema del film propone un mundo sin espacios, sin fronteras ni visas, donde todos los seres humanos conviven con el mismo sentido de supervivencia y sociabilidad. Un lugar de encuentro en ese medio, ese punto imaginario que marca una fusión de historias, costumbres y culturas, ahí donde todos somos iguales.